19 febrero 2011

Mundo. Reservas Internacionales Netas de Alimentos al Alza


La carrera internacional de compras de alimentos podría estar exacerbando la inflación de los precios en el mundo, pero es una reacción natural a la ineficiencia del orden mundial que permite a negociadores de commodities magnificar el efecto local, digamos, de una sequia en algún lugar del mundo, efecto que hubiera pasado inadvertido de no ser por la ambición de quienes conocen el trigo, la soya o el aceite de palma sólo en papeles y que no reparan en que más de 40’000,000 de personas ya han sido llevadas a la pobreza extrema desde junio del 2010 gracias a que deben renunciar a otras necesidades para poder alimentarse.

Los gobiernos de buena parte del mundo están creando o incrementando reservas de trigo, maíz, aceite, soya y granos en físico. Mientras que otros gobiernos le están dando trato preferencial a sus importaciones de alimentos.

Así, por ejemplo, (1) los pasados disturbios por el alza de los alimentos en países del norte de África y Medio Oriente tuvieron que ser acallados con compras gubernamentales adelantadas de soya y aceite de palma, (2) China se encuentra en franco proceso de compra de trigo para tener una reserva a lo largo del año, (3) Filipinas y Bangladesh siguen el ejemplo de su vecino, (4) India utiliza sus reservas existentes de granos, lo que significa que debe hacer reposiciones periódicas de lo consumido, y (5) Bolivia anuncia la conversión de sus reservas internacionales a granos.

Nuestros ancestros supieron darle importancia a su producción agrícola y pecuaria como medida de la riqueza y como reserva para tiempos difíciles. Nuestros antepasados más cercanos crearon la moneda como medio de pago, utilizando para ello reservas en oro que guardaban celosamente en las arcas de bancos centrales de cada país. Y, allá por el año 1976, gracias a la gitanería del dichoso metal dorado, las reservas de los bancos centrales reemplazaron el oro por los dólares americanos. Esta figura se ha mantenido inalterable, con la tibia adición del Euro, forzando a la mayoría de las naciones a proteger a esas monedas, pues sus fluctuaciones afectan a tirios y troyanos.

Ésta lógica del embudo con la parte ancha para los países más pudientes del mundo es nuestra realidad actual, así suene tan injusto como el incremento de precios de precios de los bienes mientras que los ingresos familiares se mantienen inalterables.

Los gobiernos del mundo que se preocupan por sus reservas de alimentos podrían estar gestando la creación de un mejor sistema de reservas internacionales que nos independice de la volatilidad de los juegos financieros de las bolsas en los países que inventaron este juego cruel.

Regresar a las reservas agropecuarias de nuestros ancestros podría no ser la más óptima organización internacional, pero es perentorio cambiar lo que, lejos de beneficiar a la raza humana, aleja a este nuestro mundo del ideal que toda generación tiene derecho a soñar y buscar. No olvidemos que quienes vivieron durante sistemas económicos injustos del pasado, como el feudalismo, consideraban a la organización imperante como lo normal e insuperable. Ha llegado el momento de re-pensar al capitalismo, entre otras razones, por no poder alimentar adecuadamente a la inmensa población mundial.

2 comentarios:

  1. Hola Juan,
    Yo la verdad no pienso que los alimentos sirvan como reservas por una razon: los alimentos perecen mientras el oro u otras monedas de reserva no.
    Al fin y al cabo todas las hambrunas en la historia han podido ser evitadas de no haberse desatado panicos como los que se viven ahora.
    Eduardo

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  2. Tienes razón en ambos puntos, Eduardo. Es un hecho que los alimentos no pueden ser objeto de reservas rutinarias, sin embargo varios gobiernos deben recurrir a las compras adelantadas de alimentos para evitar variables que empujen la inflación doméstica, el impuesto más oneroso sobre los pobres. Soy un convencido que muchas desgracias empiezan "inocentemente" gracias a la semilla del temor sembrada por especuladores que necesitan cambios abruptos en la oferta y demanda de productos y acciones para sobrevivir cómodamente.

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