16 junio 2011

El próximo, me digo otra vez, será mejor.

Encontré este día tan igual a los demás. Tan lleno de pequeñeces y sin mayor futuro que el de un tropezón con la vereda. Tan hecho a la rutina de afeitarme a diario muy a mi pesar. Tan lleno de planes para pergeñar una historia que transcurra como una hilacha amarilla flotando sobre el hilo de agua que escapó de una maceta. Tan lleno del olvido que merece este mes. El próximo, me digo otra vez, será mejor.
Sentiremos quizás la caída profunda de los cristos de la moral con la ley pro-corrupción de Alan García y se erguirá en medio de la bruma color panza de burro de Lima el cristo de lo más profundo del alma plástica de nuestro mandatario.
Veremos quizás a algún ex-presidente indultado alzar vuelo hacia algún país donde el sol nace en la bandera, dejando atrás su cárcel de lujo vacía y vacías también las esperanzas del quinto de la población votante del Perú inconcebible en su antojo por lo canalla de las dictaduras solapadas.
Oiré quizás a las máquinas del gigante sudamericano acercarse por nuestro flanco más olvidado a arrancarle a las aguas de nuestros ríos su fuerza en electricidad sumergiendo las selvas en kilómetros de agua, convirtiendo al Perú en exportador neto de energía y de  gente desplazada por los salarios tan cercanos a la línea de pobreza que los saca de las estadísticas de la miseria pero no los acerca a la canasta de familias decentemente alimentadas.
Leeré quizás rimeros de opiniones encontradas sobre el buen gobierno de las muchas minorías que forman nuestro país de tantas naciones y tantas sangres desperdigadas por valles y ciudades hechas a puro pulso sin inauguraciones presidenciales.
Recordaré quizás nuestro pasado de héroes de batallas perdidas y caudillos derrocados por su eterna promesa para generaciones posteriores. Podré quizás soñar con arboles de frutos endulzados con nuestro sudor de cuellos blancos y pardos. Quién sabe.

12 junio 2011

Faenón de impunidad

Terminaron las elecciones y la urgencia por salir del marasmo electoral es perentoria. Es cierto que muchos queremos agregar ideas y voluntades para el éxito del próximo gobierno -y los que aún alimentan miedos pronto tendrán su perro y avanzarán- pero no podemos seguir dándole patente de corzo al gobierno saliente que, con el apoyo de la bancada aprista y fujimorista, están bañando de impunidad a los funcionarios gubernamentales salientes. Dos botones de muestra: (1) el Congreso en pleno halló sólo responsabilidad política a los responsables del gobierno durante el Baguazo pero no inhabilitó para puestos públicos a nadie y (2) la Ley 29703, aprobada por el Congreso y promulgada por Alan García el pasado viernes, que: (a) exime de culpa a los funcionarios corruptos en tanto que el acto o transacción gubernamental no produzca pérdida al estado, (b) no obliga al Poder Judicial a inhabilitar a los funcionarios corruptos, y (c) anula la justificación de cambios bruscos de patrimonio o enriquecimiento ilícito.
Estas dos medidas a favor de la corrupción y los corruptos en la burocracia estatal ya son hechos consumados que requerirán derogatorias o anulaciones de parte del siguiente Congreso si es que se quiere hacer justicia con los ladrones de cuello blanco que dejan la mamadera estatal. No va a ser una sorpresa que los gritos de "venganza política" se levanten en diferentes medios de comunicación que, inocentemente o no, busquen proteger a aquellos que medran del dinero de todos los peruanos. Como que tampoco es una sorpresa la forma en que se va tejiendo el posible indulto presidencial de Alan García a Alberto Fujimori; al fin y al cabo, ya tiene experiencia con Crousillat.
El Perú ha demostrado que tiene reserva moral y no dudó en luchar para evitar que la mafia fujimorista se reinstale en el gobierno; es hora de luchar para no permitir que los corruptos del gobierno saliente tengan una coraza de impunidad, como sucedía en las más atrasadas naciones bananeras.

06 junio 2011

El Domador de Bestias

La elección de Ollanta Humala como presidente del Perú 2011-2016 representa una oportunidad a la izquierda peruana para convertirse en un partido formal y sostenible en el tiempo. Para que esa oportunidad sea capitalizada, el gobierno del nacionalismo deberá ser exitoso en el cumplimiento de las promesas ofrecidas durante la telúrica segunda vuelta o, por lo menos, en el inicio de las medidas que lleven a dicho cumplimiento en el mediano o largo plazo por parte de otros gobiernos. Sin embargo, no será nada fácil pues tendrán que quebrar la resistencia de quienes están acostumbrados a dictar las decisiones importantes al oído del presidente de turno o, si es necesario, imponerlas a gritos mediante la presión mediática o económica.
El "lunes negro" bursátil de hoy 6 de junio del 2011, anunciado antes de las elecciones, es una muestra típica de poder para lograr que el grupo de virtuales gobernantes ceda a requerimientos en el nombramiento de ministros de la complacencia de los inversores; ceder a esa presión, ya sea por inocencia o temor, mostraría una debilidad a ser explotada una y otra vez por largos 5 años, tronchando la oportunidad de éxito de la colectividad elegida para gobernar el país.
No hay nada de malo que los operadores de capitales den su opinión sobre las autoridades que fijarán las políticas que rigen su campo de acción, lo malo está en la presión unilateral que se ejerce. Para verlo por el otro lado, cualquiera en su posición aplastaría ese botón a ver si activa alguna reacción a favor de sus intereses; el problema para el 99% restante del país sería que el botón funcione y el nuevo gobierno salte obediente a la petición requerida y entregue su poder de gobernar a ese pequeño grupo de especuladores con traje de diseñador. De darse el resultado esperado por ellos, el nuevo gobierno estará lejos de ser exitoso ya que sus promesas chocan con los intereses individuales de su futuro susurrador de órdenes.
A Ollanta Humala le espera una menuda labor de domador de bestias acostumbradas a tener el pastizal entero para su coleto.

01 junio 2011

El Estado peruano nunca debió renunciar a educar a sus niños y jóvenes.

El Perú aún se encuentra entre los peores en el ranking de calidad educativa en nuestro continente y el mundo. Ninguna novedad desde hace algunos años y muy sugerente que en el recuento de los logros del gobierno saliente no se menciona el asunto de calidad educativa, por lo menos no a través de medios de comunicación masivos que cubren las mil y un inauguraciones que los funcionarios gubernamentales en este país monta aunque sea para poner la primera piedra del kiosko de información turística de Capacmarca.
No quiero revisar aburridos números, pero es un hecho que estamos entre los peores y nos va a costar años e inversión para revertirlo. Pero creo firmemente que debemos realizar un mea culpa de por qué hemos tocado fondo en esta generación aún cuando tenemos casos aislados de estudiantes ganadores de concursos internacionales de matemáticas.
El Estado peruano nunca debió renunciar a educar a sus niños y jóvenes. Los pésimos resultados académicos en la presente generación no pueden ser sólo imputados alegremente a la educación estatal por dos razones básicas: (1) los peruanos en edad escolar estudian mayoritariamente en escuelas y colegios privados -que muchas veces conservan su alumnado acatando los deseos de los padres de familia y (2) basta una evaluación somera en la gran mayoría de universidades privadas del país para darse cuenta que los alumnos tienen un nivel de conocimientos deplorable en la mayoría de los casos, incluyendo los reclutados desde 5to de secundaria.
Puede, y debe, haber gente que no esté de acuerdo con mi opinión pero los hechos son sólidos e inequívocos para todos los que no somos ni directivos de escuelas privadas ni funcionarios del Ministerio de Educación. Cualquier profesora que tiene que lidiar con disciplina escolar a través de interminables llamados y ruegos a las madres de alumnos voluntariamente incompetentes, en lugar de aplicar códigos básicos de conducta, o el maestro que debe bajar el nivel de exámenes hasta que el 80% de los alumnos apruebe, sabe de lo que hablo. Cualquier jefe de personal de empresas privadas que no encuentre profesionales idóneos para sus procesos administrativos o productivos porque los bien preparados son muy pocos, sabe a qué me refiero.
No debe tampoco dejar de llamar la atención que Chile es el país mejor clasificado en calidad educativa (según los tests PISA de OCDE) en Latinoamérica ya que en ese país el 90% de los estudiantes asisten a escuelas y colegios estatales. Y menciono Chile para no irnos a ver los casos exitosos en Asia y Europa, aunque deberíamos. Al fin y al cabo, la educación de alta calidad es un ingrediente esencial para el desarrollo de los países y no podemos dejarla solamente al mercado privado, en donde prima la ganancia como elemento de supervivencia de las empresas educativas por encima de las reales necesidades de los alumnos. La gran deuda de todos los gobiernos desde los años 80 es proveer a sus niños y jóvenes una educación de calidad que compita con los mejores colegios privados de la nación.