24 marzo 2011

De Tsunamis y Energía Atómica

Como muchos otros en el Perú, normalmente no me levanto de la silla, sillón o cama en que me pesque un temblor, tan comunes en épocas de cambio de clima, a no ser que el remezón muestre su presencia con ruido de adornos y ventanas de la casa u oficina en donde me encuentre. Como para todos aquellos que vivimos en las inmediaciones del Pacífico norte o sur, la presencia crónica de movimientos telúricos es parte de nuestra vida y compartimos casi la certeza de que mucho no podemos hacer durante un terremoto. Como que mucho no pudieron hacer los altamente tecnificados y más previsores japoneses en el último sismo sufrido en la costa oeste del océano sísmico que compartimos. Además de lo que ya amargamente conocemos, la lección nueva que trae esta desgracia es lo endebles que pueden ser los reactores nucleares productores de energía libre de contaminación.
Ahora que se cierne una amenaza de contaminación radioactiva sobre este planeta, especialmente a orillas de la ribera del mar más grande de la tierra, urge hacer una reflexión sobre qué hacer con nuestra generación de energía eléctrica. Un bien de consumo tan esencial como que sería más fácil que un presidente latinoamericano sobreviva un mes con el sueldo mínimo de su país a que cualquiera de nuestras familias pueda vivir sin energía eléctrica una semana. Tamaña empresa considerando, por ejemplo, que en el Perú el sueldo mínimo mensual es de US$ 215 y que, también en el Perú, el actual presidente pesa el equivalente a dos presidentes chilenos de hoy.
A los hechos: Francia pasó de importador neto de energía eléctrica a exportador gracias a la construcción de 59 reactores nucleares, el segundo país en número de reactores, ya que el primero es, cuándo no, EEUU de Norteamérica que supera la centena. La misma zona asiática en la vecindad del Japón recientemente remecido está cubierta por más de 50 reactores, sin contar con los 56 que posee Japón por sí solo. Aunque Latinoamérica sólo cuenta con cantidades marginales de producción de energía nuclear, comparte los riesgos de posibles problemas en alguno de los más de 400 reactores existentes en el mundo.
¿Qué hacer? El mundo da señales dispares: Francia no dice esta boca es mía respecto a los pedidos de cierre de plantas nucleares que le han llovido desde su vecindad europea, Alemania cierra temporalmente sus plantas antiguas y posterga la decisión respecto a la participación de la energía nuclear en la oferta de energía eléctrica de su país mediante el nombramiento de comisiones, EEUU está más preocupado en invadir otro país petrolero, y todos los ciudadanos de la comunidad internacional estamos aún consternados con la desgracia japonesa y sus secuelas en todo orden. En concreto, todavía no hemos hecho nada, para beneplácito de las empresas o instituciones propietarias de reactores nucleares.
Personalmente diría que, muy a mi pesar, estoy de acuerdo con la posición del presidente del Perú respecto a desnucleizar la producción de energía eléctrica. Pero ésa es una solución que el Perú podría tomar gracias a su geografía que posibilita la construcción de plantas hidroeléctricas y a sus reservas de gas natural, solución obvia aún ante la flaca oposición de quienes ven en la energía nuclear como un negocio redondo. Pero, ¿existen otras alternativas para el mundo? mientras exista petróleo que quemar, no habrá serios riesgos para la oferta mundial de energía eléctrica. Después de ello, o cuando el medio ambiente ya no lo soporte, deberemos buscar, como ciudadanos del mundo, una o varias soluciones viables y sostenibles que no sean tan costosas e ineficientes como lo es la energía eólica o tan peligrosas como la energía nuclear.
Para terminar, o para empezar, debemos ser conscientes que pasaron ya los tiempos en que la decisión de producción de energía eléctrica, como de muchos otros productos, recae en cada país individualmente pues tenemos fronteras de territorio, pero los vientos y corrientes marinas que transportan los desechos de un lado del mundo al otro y de regreso no necesitan pasaportes.

2 comentarios:

  1. No podría estar más de acuerdo. No se debe permitir la toma de decisiones individual en este aspecto, cuando las consecuencias de tragedias como la Japonesa pueden afectar al mundo entero.
    Bien, Juanjo!

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  2. Habría que indagar la posición de las Naciones Unidas al respecto. Gracias, Rubi.

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