05 octubre 2013

Conversación entre desconocidos

     Como profesor de idiomas en Lima muchas veces tengo espacios de tiempo libre entre clases. En un extremo del espectro están los espacios cortos y apurados mientras que en el otro extremo se encuentran los periodos de larga resistencia, maratónicos. Estos últimos desafían mi creatividad de maestro hasta niveles de fábula, especialmente cuando no hay a la mano algún buen libro para leer. En uno de esos consabidos trechos de tiempo muerto para mi bolsillo, de mediana duración, tuve la ventura de almorzar en un pequeño restaurante de las inmediaciones. La demanda de comida a esa hora hace que los parroquianos compartan mesas para no perder la hora reglamentaria de refrigerio, así que compartí mesa con un par de desconocidos, limeños por el acento, de la nueva cepa trabajadora. Uno de ellos hizo un comentario, asumo bajo la opresión del silencio entre comensales y la conversación arrancó.
     El sábado sale la procesión del Señor de los Milagros, dijo. Sí, el sábado se dirige a la catedral tachonó el otro. ¿Y ustedes acompañan ese día? quise saber. No, ninguno de ellos había sido parte del millón de acompañantes los últimos años (yo nunca, si no cuento el año en el que desde un  tercer piso en el centro de Lima pude ver a la imagen, oler a los procesionantes y sus zahumerios, soportar a sus vivanderas y sus humaredas). ¿Han escuchado de los 16,000 soles que un tipo se había agarrado del fondo de la Hermandad del Señor de los Milagros? Un directivo de la Hermandad. Claro, si éso es costumbre, sólo que esta vez llegó a la prensa. ¿De verdad se robaron 16,000 soles? Uno solito, salado que el asunto lo destapó la televisión este año. Sí, pues. Caramba.
     Hoy día creo que es el día del anciano. No, fue ayer y lo celebré con mi viejita. Hmm, ahora hay día para todo. Sí pues, para que compres regalos. Hay hasta el día del amigo. El primero de julio, cerveza que da miedo. ¿Habrá el día del huevón? creo que en Argentina hay el día del boludo y seguro que en España celebran el día del gilipollas. No sé, quizá. Habría que celebrarlo, conozco varios que cumplen los requisitos. Y se les puede regalar huevadas (boludeces, gilipolladas), ni cuenta se darían, se los huevea no más.
     Como quien no quiere la cosa, así pasaron 40 minutos de los 180 que tenía que desperdiciar antes de reingresar al instituto. Leí los diarios con sus noticias de siempre (creo que los periodistas publican el mismo menú semanal cambiando sólo los nombres de personas y lugares). Leí un par de capítulos de Roberto Bolaño (el escritor, no el comediante con su letra ese adicional). Leí un artículo de biología en inglés para desarrollar en clase con mis alumnos del turno noche. Leí medio correo electrónico, suficiente para saber que mi clase se había cancelado. De vuelta en el pueblo, 2 horas después, me preguntaba si habrán oficializado ya el Día del Huevón.

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