28 septiembre 2013

El Buen Maestro (2)

Entro al amplio patio del Colegio Casuarinas en Lima, rodeado de verdes exquisitamente controlados que hacen juego y contraste con la refinada imitación de piedra de los muros, y me encuentro con toda la audiencia asistente a los talleres de capacitación del Bachillerato Internacional®, todos miembros de la élite de Colegios del Mundo del IB® creada con la precisión de un Swatch® y un toque finamente amargo de un Toblerone® a las orillas del lago de Ginebra. Me encuentro con la crema y nata de la docencia del Bachillerato Internacional® en el Perú, orgullosos operadores de una de las franquicias más exitosas en el mundo de la educación alrededor del globo. Casi todos con efluvios de spa, enfundados en Banana Republic® y Converse®. Varios de ellos importados de latitudes muy al norte de la línea ecuatorial y exhibiendo un bronceado de Stee Lauder® o de playas del sur. Algunos otros grupos, pequeños y convenientemente enrazimados en mesas tácitamente separadas, contrastan por el matiz de su piel que revela el verano de la calle limeña peatonal, toda irradiada de ultravioleta por encima del nivel 12.

 El ambiente no puede ser más adecuado para la escucha de las nuevas tendencias educativas adicionadas por el Bachillerato Internacional® a su programa global para su aplicación inmediata en los Colegios del Mundo del IB® domésticos, quizá así nuestros Andes se cubran del blanco níveo de los más nórdicos Alpes. Quizá bajo el formato globalizado suizo (¿®?) las cosas mejoren en las cúspides de la educación privada peruana, una vez que los docentes, fieles a los dogmas internacionales del IB® lo acaten. En lo que a enseñanza de idiomas extranjeros se refiere, deben reverenciar:

… que sus alumnos puedan referirse a su propia cultura y geografía, desterradas hasta ahora por no tener al inglés como lengua madre o tía (novedad que todos los teachers vienen aplicando hace décadas),

… que sus alumnos dejen de hacer riesgosas réplicas personales a textos estímulo y se puedan abocar de lleno a la mera crítica de la producción  anglosajona más políticamente correcta (pues el análisis literario registrado cual Perogrullo no crea "incómodas" controversias),

… que sus alumnos puedan ahora usar fotografías para demostrar sus habilidades descriptivas y deductivas (cualquier parecido a  exámenes internacionales del pueblo de Cambridge es una simple coincidencia),

… que sus profesores, perdón, que los profesores en las planillas de los Colegios del Mundo del IB® y al servicio del Bachillerato Internacional® (que no posee planilla docente) deberán cumplir sin dilación con las nuevas encíclicas docentes del IB®, sin olvidarse de enviar los resultados a la central suiza para empezar la base de datos de la internacionalmente ® franquiciante (que tampoco posee colegios propios).

Castillo de Frankenstein
 Y no quiero recordar las otras muchas directrices que impartieron en tres larguísimos días. Los botones de muestra que les he relatado me confirmaron que el Bachillerato Internacional® es todavía una franquicia en proceso de construcción influenciado por el magro estilo arquitectónico de su vecina ciudad alemana de Darmstadt y su afamado Castillo de Frankenstein. Por alguna razón que subyace en las profundidades meta-cognitivas de mi mente, este seminario de actualización de la educación tipo suizo me remitió mentalmente, quizás por correlación sistémica, a las globalizadas capacitaciones tipo mozzarella de Pizza Hut®. Tantos ingredientes, tantas pizzas.

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