La mal llamada minería artesanal sólo es una licencia seudo legal para que los individuos que han registrado su nombre en el Registro Nacional de Concesiones Mineras del Perú puedan contaminar a su gusto y paciencia, mientras excavan pocitos de una profundidad tan mínima como su exigua inversión en maquinaria; entusiastamente apoyados por mano de obra que cobra salario sólo cuando encuentra pepitas doradas. Más barato, imposible. Más destructivo, quizás no.
La bien llamada minería ilegal es toda la actividad criminal de extracción de oro y otros metales valiosos derramando mercurio y cianuro por donde caiga. Es ilegal porque no se puede, ni se debe, comerciar con oro que no tenga procedencia conocida y formal. La producción internacional de vino tiene denominación de origen por razones comerciales y de calidad; el comercio formal de metales preciosos es necesariamente regulado por razones de vida. Aún así, son 400 Has. de bosques las que depredamos al año por esa actividad ilegal por acción de más de 100,000 busca-tesoros a destajo en la selva y sierra del Perú.
Los mineros ilegales traídos en camión pagado por los concesionarios mineros del país (que no pasan de dos docenas) pernoctan en Plaza Dos de Mayo, otrora punto de reunión de marchas sindicales, y afirman a gritos que no saldrán hasta que el gobierno amplíe el tiempo de formalización. Amenazan con huelga de hambre, no sé a qué esperan. Desgracian más al tráfico en Lima y bloquean carreteras en el sur, no sé por qué les dejan. En concreto, amenazan y actúan con violencia pues es el único expediente con que pueden contar, después de años, décadas, de destrucción del ecosistema, de tráfico de personas, de tumbas anónimas, de enriquecimiento ilícito.
Mientras los colectivos españoles se expresan contra los recortes presupuestarios en las plazas madrileñas y Occupy Wall Street se hace escuchar en las calles newyorkinas, en el Perú un pequeño grupo de dueños-de-nada busca preservar el crimen institucionalizado de la minería ilegal, dizque artesanal. Crimen cometido por los concesionarios mineros, registrados con nombre y apellido, en abierta complicidad con funcionarios ministeriales de mano rota y ejecutivos financieros expertos en limpiar dinero sucio.
Ya va siendo hora de que el mundo entero ponga interés en este proceso de destrucción implacable e irreversible de la cuenca amazónica y la Cordillera de los Andes, dos grandes zonas naturales que son propiedad de todos los habitantes de la tierra y no de sólo un reducido grupo de ambiciosos depredadores. Ya va siendo hora que el mundo se interese en defender a los cerros andinos, los Apus, que desaparecerían llevándose sus más de 3,000 especies de papa.Ya va siendo hora de que se defienda de veras al pulmón amazónico de la tierra, que los bonos de carbono no le hacen mella alguna al mercado negro del oro. Ya va siendo hora que defendamos nuestra casa, nuestra única casa.