Salió al conocimiento público una parte de los «Papeles de Pandora» analizados por los investigadores de la ICIJ (International Consortium of Investigative Journalists), y con ello salieron varios nombres de fortunas conocidas y otras no tan conocidas mas no por éso menos voluminosas. Salieron los turismos de dineros desconocidos, y siguen saliendo destapes por el estilo. Mientras los «Papeles de Panamá» del 2016 señalaron honras desde la única fuente de la fenecida firma legal Mossack Fonseca & Co., en los de Pandora son 14 las fuentes de información detallada y cuantificada, 14 fuentes que son altamente reputadas y probas, como lo fueron Jürgen Mossack y Ramón Fonseca antes de ser arrestados. Supongo que estos abogados de Panamá han perdido su prestigio social después del escándalo mundial, pero lograron recuperar su libertad en dos meses pagando una pequeña fianza, pequeñísima si se compara con las exorbitantes ganancias internacionales que obtuvieron durante décadas de colaboración con el fraude fiscal, el lavado de activos, el robo de identidad agravado, y el secretismo de cuentas bancarias.
De poco sirvió en la práctica la develación de millones de documentos que narraban múltiples operaciones hechas bajo la sombra de la opacidad regulatoria de los paraísos fiscales de Panamá, Islas Vírgenes Británicas y la Isla de Niue (País libre asociado a Nueva Zelanda cuya base legal financiera fue redactada por Mossack Fonseca & Co. —caben 35 Islas del tamaño de Niue en Puerto Rico—). Los abogados más notoriamente responsables del escándalo panameño no sólo enfrentan hoy sus juicios en libertad dorada, sino que las miles de empresas offshore creadas por ellos siguen su vida natural de común y corriente persona jurídica que vive o muere según lo dicte la naturaleza de los mercados. Pero con un privilegio muy especial: varios países que sintieron el golpe de la mención de los nombres de sus prohombres y promujeres en el poder político y económico decretaron leyes llamadas de «repatriación» o «retorno» de capitales con las que premiaban con tasas de impuesto por debajo del tributo a la renta normal, y no exigían siquiera la necesidad de repatriar o retornar los capitales que se acogían a la operación que los legalizaba en un tris. Por éso y muchas cosas más, pido que no hayan más papeles como los panameños, o suizos, o luxemburgueses, o vaticanos, o del misterioso Pandora.
En los «Papeles de Pandora» son 14 los grupos de encopetados abogados de donde se filtran los datos de la ultramar financiera, dizque legales, con más millones que nunca de documentos a digerir por los sistemas regulatorios del mundo libre que necesita separar el trigo limpio del sucio para vivir en decencia. Pero, y he aquí la razón por la que pido que no hayan más de estos destapes financieros: habrá más leyes de repatriación de capitales, más unidades de inteligencia financiera actuando como los tres monitos sabios, más hipocresía social que alivie las disociaciones cognitivas que trae la protección oficial al delito, más discusión sobre el sexo de los ángeles mientras se estima que el lavado de dinero mundial ya acumula el equivalente al PBI de Holanda.
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