No concibo un país dándole una nueva oportunidad a un grupo político que no sólo delinquió en el poder sino que también afectó directamente a las vidas de cada uno de nosotros en lo económico, laboral, político, ciudadano, etc. Ya bastante se ha dicho y escrito respecto a lo que fue el gobierno autócrata del presidente peruano que fugó al Japón y buscó ser congresista de su segundo país, dejando a su primer país con el tesoro nacional desfalcado. Tanto se dijo y escribió que el ciudadano común como tú y yo se hastió y asqueó. Sin embargo, ahora es perentorio recordar que los gobiernos de Fujimori en toda la década del 90 fueron posibles gracias a (1) el miedo creado mediáticamente por el Apra para bloquear el ingreso de Vargas Llosa al poder -cuya organización política era la mejor preparada para el shock económico que cualquiera debía aplicar después del primer gobierno de Alan García- y (2) la creación de una nueva constitución que permita al ya autócrata Fujimori continuar en el poder -no se puede justificar el cierre de ningún congreso, aún cuando éste sea resultado del ineficaz sistema del voto preferencial-.
Adicionalmente a lo político, el fujimorismo encarna lo que es corrupto y espúreo en el Perú. Parte de nuestro dinero de impuestos se va en mantener una gran cantidad de delincuentes encarcelados, con Alberto Fujimori a la cabeza; ese dinero será una buena inversión si con el logramos mantener fuera de los círculos gubernamentales a esta gente que probadamente ha demostrado su incapacidad por razones legales. Los peores criminales son aquellos que poseen cerebro y dotes organizativas para realizar sus fechorías y el botín en este caso fue el país entero.
Por tales razones, no votaré por el fujimorismo ni en estas elecciones ni en ninguna otra. No cometí el error de votar por Fujimori nunca, no voy a cometer ese error ahora, ni por miedo ni por indiferencia. No votaré por el fujimorismo aunque Keiko firme todos los compromisos habidos y por haber declarando su repudio contra la corrupción. el control de los medios de comunicación, y los crímenes de lesa humanidad, porque llegaría al gobierno con todo el grupo fujimorista que acompañó a su padre. No votaré por el fujimorismo aunque Keiko jure y perjure que no indultará a su padre, porque esa afirmación me dice que liberará al delincuente por la vía del control del Poder Judicial, cosa que el fujimorismo ya ha hecho. No votaré por el fujimorismo aunque Keiko afirme y asegure que es perfectamente capaz de gobernar sin apoyo de su padre y demás yerbas, porque no tiene ninguna experiencia de trabajo plausible y real ni ha vivido lo que el pueblo peruano ha sufrido en cualquiera de sus clases sociales.No votaré por el fujimorismo porque no podré tolerar ver a mi país nuevamente amordazado y engañado sistemáticamente día a día por obra de las fuerzas oscuras que utilizarían el poder y el dinero del estado peruano que es de todos nosotros. No lo haré ni por miedo a la encrucijada en que nos encontramos por los resultados de la primera vuelta electoral, muy diferente a la del año 2006 que permitió el ingreso al poder del ex-reformista Alan García.
Para mi, y espero que para muchos otros peruanos, la única salida se encuentra en la vigilancia activa de nuestra democracia para evitar que el otro candidato a presidente siquiera sueñe que podrá convertir a nuestro país en las sombras que ahora son otrora grandes países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, y Nicaragua. Es cierto que es nuestro deber ahora escuchar a ese 31% de peruanos que busca cambios radicales, pero también es cierto que es nuestro deber asegurarnos que el otro 69% no caiga en el pozo profundo del velasquismo trasnochado. El trabajo nuestro como demócratas no es decidir entre apoyar a las políticas de gobierno venezolana o brasileña, lo nuestro es hacer fuerza para que la política de gobierno más conveniente para el pueblo peruano se ejecute en el Perú. La encrucijada es, en concreto, evitar el advenimiento de autocracias de cualquier laya y para ello debemos usar todas las instituciones democráticas con las que contamos y dejar de perder el tiempo en apoyar la propaganda politiquera de la ya negada alternativa fujimorista.