25 febrero 2012

Nuestra sempiterna promesa de país

Una sonada entrevista del Diario El País de España a Bill Gates puso al Perú en el mapa del mundo respecto a uno de los costos del progreso: nuestra menor necesidad de ayudas externas para la pobreza,. Malas noticias para quienes tararean cánticos gregorianos al crecimiento económico de nuestro país. Pueden ver la entrevista en: Diario El País de España. Entrevista a Bill Gates del 22 de febrero 2012
Llovieron críticas y rajes a la opinión del multimillonario norteamericano. Por ejemplo, la actual ministra de la mujer, Ana Jara, llegó a insinuar que el gringo en cuestión estaba en la luna porque las cifras que manejaba sobre el Perú eran inexactas cuando dijo en una conferencia de prensa: “Creo que el señor Gates ha tomado cifras inexactas y por eso considera que somos un país que se acerca mucho al desarrollo europeo y no deberíamos recibir ayuda por parte de España”. Si nos tomamos la molestia de leer la entrevista, veremos que nunca Gates consideró al Perú muy cercano al desarrollo europeo, por el contrario, hizo notar las oportunidades perdidas para acercarse al desarrollo europeo. Por otro lado, el ingreso per cápita del Perú sí se acerca a los US$10,000 en precios de paridad internacional, lo que debería ser un dato que cualquier ciudadano debería conocer antes de despacharse con una pachotada tan descomunal como la de nuestra ministra de la mujer y poblaciones vulnerables. ¿Tendrán que llamar esas poblaciones vulnerables al Chapulín Colorado para que los defienda mejor?
En el otro lado del espectro, el ex viceministro de Economía Eduardo Morón afirmó, conjuntamente con los economistas peruanos Richard Webb y Elmer Cuba en una entrevista a El Comercio, que la ayuda financiera internacional dirigida al Perú ya se ha venido reduciendo desde hace un tiempo atrás. “El caso más emblemático es el de la cooperación inglesa (DFID, por sus siglas en inglés), que se fue definitivamente”, nos dice Morón. En tanto que Richard Webb añade: “Lo que Gates ha señalado de manera tajante es algo que ya se conoce; es una reflexión general que ha llevado a que algunas organizaciones no gubernamentales (ONG) y programas de ayuda de otros países, como Suecia, reduzcan su ayuda al Perú. Si se quiere, es el precio del éxito”. Mientras que Elmer Cuba, de Macroconsult, afirma que el Perú "lo que necesita no es efectivo –tenemos un superávit fiscal mayor que el de muchos países de América Latina– y aunque en algunas regiones, como en Huancavelica, tenemos pobreza africana, lo que necesitamos es ayuda en ‘know-how’, derechos humanos, democracia y temas de género. Esa ayuda no se va a ir”. En ese tenor, Morón va mas lejos al decir “Acá la plata no es el problema sino las capacidades”, ya que “La justificación de inestabilidad política y social, terrorismo y crisis institucional que permitía a las organizaciones de ayuda hacer caso omiso de la mejora económica, ha ido esfumándose”, según Webb.
La verdad que se lee a gritos entre líneas de estas opiniones, incluida la de Bill Gates, es que el Perú tiene un alto nivel de pobreza porque le da la gana, siendo que la pobreza se mide por rangos de necesidades de la gente. Así que, pregúntese cuánto dinero debería invertirse para que nuestra sociedad mejore su nivel de vida en forma efectiva y real. Indicadores efectivos de dicho nivel de vida hay muchos: la potabilidad del agua que llega a nuestras casas (por ende, de las nuevas poblaciones), la seguridad de nuestras calles en las ciudades, la prontitud e imparcialidad de la justicia para personas y empresas, la celeridad y aptitud del transporte urbano privado, la calidad formativa de la educación pública y privada, el apoyo al talento intelectual y deportivo, el cuidado del medio ambiente para todas las especies, y muchos otros indicadores más.
¿Cuánto dinero se necesita invertir para mejorar el nivel de vida de todos? pues le sorprenderá saber que casi nada, o inclusive se puede ahorrar, simplemente porque el dinero que ya se presupuesta y utiliza año a año en las organizaciones dedicadas a cada rubro se pierde en intrincados laberintos y comisiones investigadoras que no permiten a los operadores directos ver la meta real. Así, nuestro país le da importancia a hacer llegar agua "potable" a más gente, pero se olvida de la calidad del agua, ¿cuánto invertir? pues nada, ya las instalaciones, técnicos e insumos están ahí. Nos batimos en interminables debates para mejorar nuestra seguridad ciudadana y perdemos de vista que la policía nacional ha abandonado hace mucho las calles (no cuentan acá los "operativos" que colectan coimas de motoristas), ¿cuánta plata cuesta ponerlos a patrullar las calles? nada, porque ya el personal, los sueldos, las instalaciones y las unidades móviles ya existen. Estamos acostumbrados a que los procesos judiciales sean de nunca acabar y que gane el que demuestra bajo la mesa mayor nivel adquisitivo, ¿qué hacer y cuánto invertir? pues ahorraríamos mucho si empezamos el poder judicial de cero con gente honesta. Y puedo seguir detallando eternamente con riesgo de aburrirlos por lo obvio del asunto (¿y por qué no lo hacemos, entonces? ¿cobardía, comodidad, derrotismo?) .
El Perú no tiene justificación para tener tanta pobreza (contando de la clase "media" para abajo). Tenemos todas las instituciones públicas y privadas ya organizadas para que el desarrollo vaya a tono con el crecimiento (claro que hay que retocar algunas y podar otras). No puede haber desarrollo sin mejoras sustantivas en la calidad de vida de nuestros ciudadanos, razón de ser de cualquier país. Si nuestras autoridades son deshonestas es culpa de los ciudadanos que les dan patente de corzo y admiran sus cuentas bancarias sin importar su procedencia. Y si hay autoridades honestas, entonces son incapaces para el encargo asignado. La solución es más que obvia: cambio de gente, y si hay que botar a todos, pues todos a su casa. Usemos a quienes son realmente líderes y no sólo cultores de imagen, gente capaz que no pierda de vista el fin de cada institución o estaremos condenados a seguir siendo eternamente una promesa de país.

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