Zapatero a tus zapatos. El debate
Vargas Llosa -
Sánchez Ferlosio acerca de toros o no toros no admite advenedizos, para empezar, no soy yo quien para ejercer derecho a opinión; menos aquellos cuya verborrea cubre sus limitaciones con el uso de terminología de lenguas muertas que cortan la fluidez. Los debates, sean a voz viva o en palabra impresa, se hacen a la luz pública y las apuestas a favor de uno u otro de los contendientes se dicen o se gritan, con pasión si así lo quieren, y punto. El plan de Lo-Sé-Todo de cualquier otro individuo cuenta acá tanto como las pulgas que cargan los dos perros que forman parte de una clásica bronca por una congénere en celo. Todos aquellos que se atreven a decir esta boca es mía en este debate de altura parecen haber olvidado las peleas de gallos de las que muchos de ellos deben ser aficionados, pues no rebelan buen entendimiento de ese o ningún otro arte con animales criados con ese solo propósito. En pelea de gallos finos, señores, no se admiten gansos bullangueros.
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