03 septiembre 2012

Saliendo de Lima

Sentado en la camioneta, observando por una ventana el desfile consuetudinario de vistas de la ciudad de Lima y sus millones de contrastes, e imaginando que llevo en el ojo izquierdo una cámara de vídeo para registrar la miseria nuestra de cada día, mil y un pensamientos se entrecruzan en un tejido muy tupido de noticias periodísticas, algunas de dudosa portada y otras de columnita con datos mal traducidos, y peor interpretados, de revistas extranjeras.
El hoy archipoblado valle del Rimac se va estrechando en el camino franqueado por cerros desérticos  cubiertos de casitas multicolores como una inmensa buganvilia de ladrillo, tal como la minería ilegal sigue extendiendo raíces debajo de cada piedra dorada en cada cerro o río del Perú, jodiéndolos en gran forma e inmoral estilo. La minería legal no se queda atrás sacando cuerpo a los planes de cierre de viejos asientos mineros que desertificaron parte de la sierra, poniendo a las empresas liquidadoras a seguir contaminando pueblos enteros por dinero para acreedores.
El vocinglero tráfico de la eterna hora punta de Lima esfuma horas del tiempo de los viajantes mientras que el precio de venta del GNV para vehículos sigue inflado como un globo del que solo el 4% de lo que paga el consumidor va a la extractora del gas en Cusco.
Cada centímetro cuadrado de la ciudad se cubre con polvorientos mantos de estridencias, anuncios enmugrecidos, negociantes minoristas, y fábricas informales, en tanto que los políticos-empresarios peruanos (dualidad vaso-comunicante en el Perú de hoy) siguen cubriéndose con un muchas veces remendado manto de honestidad en medio de uno de los más altos niveles de corrupción y en la omnipresencia del lavado de los dineros del narcotráfico, el oro sucio, y la trata de personas.
Mientras en Lima una mujer parada al borde la autopista de evitamiento espera pacientemente a que su pareja alivie la vejiga contra una pared ennegrecida de úrea humana y, en un semáforo especialmente demorón, un taxista lava su llanta delantera con su propia orina, a 850 km Conga no va. Lógicamente, el presidente regional libera su carga intestinal sobre todos los que buscan formas de hacer minería responsable pues ve su candidatura presidencial enflaquecer sin estado de emergencia en Cajamarca. Ya tendrá mucho tiempo y facilidades la minería ilegal bajo su tutela para muy eficientemente darle con palo al medio ambiente de Celendin y a los esclavos de ambos sexos que llenan esos campamentos de desarrapados.
Después de 40 minutos de viaje, empiezo a admirar en silencio el cielo insinuándose celeste, sabiendo, gracias a los artículos aduladores de los periodistas financieros y corporativos, que nuestro país sigue admirando, divinizando, a los exitosos en negocios, aún cuando tengan un zapato sobre nuestro cogote laboral y el otro sobre el albedrío de los jueces. Essalud en huelga, el SUTEP en huelga, la CGTP en huelga, la Región Cajamarca en huelga, los mineros ilegales en huelga, huelgan comentarios.
El chofer, sin consultarme, me obliga a escuchar ruidos a los que debo asumir él llama música y sólo atino a  tratar de desatar inútilmente los nudos de las miserias de Bartola, Susy Díaz, Beto Ortíz, Ciro Castillo Rojo, Florcita, la pareja presidencial y un sin fin de ruidos de tabloide por el estilo. ¿Ganará Perú el viernes?

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