Mes de agosto en Lima. Usualmente es el mes más frío del año, pero el 2015 trajo un invierno suave en temperatura y moderado en humedad, casi motivo de celebración para una ciudad eternamente cubierta por una niebla pertinaz que, a fuerza de estar pegada a las muchas pistas repletas de recovecos y hoyos, ya se ha convertido en un manto húmedo poco permeable a los humos de vehículos y chimeneas industriales.
El asma y
yo hemos hecho un pacto de no agresión por el que ella me deja vivir sin cerrar
su puño alrededor de mis pulmones si mantengo una distancia prudencial de la
nube que cubre Lima. Así, el mes de agosto del 2015 para mí fue mucho más
benigno en el pueblo-distrito en el que vivo, en las faldas de los cerros que
empiezan a trepar al este de la gran urbe de 9 millones. Felizmente también han
logrado trepar las urbanizaciones e invasiones que trajeron consigo los
servicios básicos que la humanidad creó para poder multiplicarnos con mayor comodidad.
Y los no tan básicos también. Gracias al no tan básico servicio de internet
hice el blog que estás leyendo ahora y ocasionalmente encuentro oportunidades
de trabajo que aprovecho con lo mejor de mis posibilidades, pues sé por
experiencia cómo se ha ralentizado la seguridad laboral de los profesores de
idiomas en el reino empresarial en que se ha convertido este país. Esta vez
personalizaré lo que escribo.
En uno de
los tantos correos propagandísticos que me llegan vía electrónica, me llegó uno
no comercial anunciando una convocatoria para seleccionar a docentes de todas
las especialidades que se enseñan en el nivel secundario peruano. La
convocatoria la hacía el sistema de colegios de alto rendimiento del ministerio
de educación (no merece las mayúsculas) del Perú. Nada menos que los colegios
especialmente hechos para los alumnos que ocupan los primeros puestos en
colegios estatales de todo el país. La novedad más resaltante era que estaban
abriendo ocho nuevos colegios de alto rendimiento en sendas capitales de
departamentos (divisiones territoriales en el Perú), incluyendo a mi querida
Cajamarca en la sierra norte. Tanto será mi amor por la tierra que, a pesar de
dos experiencias terribles en convocatorias laborales previas del mismo ministerio
de educación, me apunté. Con mucho escepticismo, me apunté.
La primera
experiencia terrible que tuve con el ministerio de educación fue precisamente
en una convocatoria para el colegio de alto rendimiento llamado Presidente de
la República, la versión limeña y original de esos colegios especiales. Postulé
y logré llegar hasta la última instancia con el más alto puntaje, puntero. Los
funcionarios ministeriales y colegiales tuvieron que darle una nota ínfima a mi
clase modelo-entrevista para que la candidata que venía con el tercer lugar en
puntaje hasta ese momento saliera ganadora con un puntaje por entrevista casi
perfecto. La diferencia de puntajes era tal, que sólo pudieron birlarme el
concurso por sólo 0.5 puntos. Mi reclamo oficial en el colegio ni siquiera
mereció respuesta de ése ni del ministerio de marras.
La segunda
experiencia terrible, impenitente de mí, también sucedió esta vez en una
convocatoria general para todos los colegios de alto rendimiento, llamémoslos
COAR como les gusta a los burócratas. Mi justificación para volver como mula al
trigo fue que la primera vez había tratado con funcionarios de categoría menor,
de pupitre colegial, que ahora el asunto sería tratado por funcionarios de primera
clase, de oficina ministerial en el mesocrático distrito de San Borja en la
capital. Grave error, los funcionarios dizque de primera clase registraron mi postulación,
pero ni siquiera consideraron mi nombre para declararme apto o no apto en la
etapa de evaluación de currículums, la misma que había merecido 97/100 en mi
primera experiencia concursal. Cuando reclamé, con mucho tiempo para
correcciones de parte de ellos, simplemente no me prestaron atención. Mi
reclamo oficial en el ministerio de San Borja tuvo la respuesta negativa que
esperaba ─al fin, cuando al gato lo dejan de despensero, todo termina devorado
o meado─. Los funcionarios se dieron el lujo de fabricar un registro tardío para
mi postulación considerando mi currículum no apto cuando ya todo estaba
consumado. ¿Recuerdan que el mismo ministerio le dio un 97/100 a mi CV en la
primera convocatoria que participé? Muy conveniente resultado para ellos y la
camarilla enquistada en esa cartera gubernamental.
Los días
pasan rápido, la vida viene y va, y me contrata una institución privada, filial
de una megaempresa internacional, como Coordinador General de un proyecto de
capacitación dirigido a profesores estatales, proyecto licitado por el mismo
ministerio de educación. El proyecto se convierte en programa y el programa en
realidad y ahí me tuvieron trabajando al 100% con 18 salones con capacitadores
internacionales frente al mar de Lima. Gratísima y enriquecedora experiencia
que terminó con un acompañamiento online a la mitad de los 400 profesores
estatales egresados del programa presencial. Las plataformas educativas dejaron
de tener secretos para mí y ahora diseño y manejo mi propia plataforma para
preparación TOEFL en Canvas®. Perdón por el comercial.
De vuelta a
la siniestra realidad estatal peruana, cuando el programa online que les
comento estaba casi en su término, me escriben los funcionarios ministeriales
de la convocatoria para el COAR de la bella Cajamarca, la tercera convocatoria
a la que me apunté lleno de escepticismo. Le habían dado otra vez 97/100 a mi
CV los muy ladinos. Pregunté a amigos, sopesé el tema, y decidí seguir la
corriente al ministerio de educación por tercera vez, iluso de mí. Un viajecito
a la linda tierra no me caería mal, pensé, tratando de buscar colaterales desde
el saque. Desarrollé una prueba escrita en Cajamarca y me calificaron el
trabajo con 100/100. Caminaba el asunto y despertaba esperanzas en mi escéptico
ser. Mi más cercano perseguidor estaba 16 puntos atrás, ¡y eran dos puestos en
disputa! Un mes después me hacen una entrevista por internet y puedo decir que
no me fue nada mal en el intercambio hablado. Casi un mes después publican
resultados finales y la primera sorpresa fue ver el puntaje más que irrisorio
que me habían dado por entrevista, peor en 19 puntos que en la entrevista del primer
concurso que participé en el colegio original. Demás está decir que una candidata
que iba cuarta en la carrera por puntos le habían premiado con un puntaje casi
perfecto y la colocaron así en el primer lugar, ganadora del proceso. La
pesadilla otra vez. Pero, espera, me dije, soy el segundo en el orden de mérito
que los mismos funcionarios han cocinado, así que ¡aún gano una docencia en el
COAR de la linda Cajamarca! Algo picado por el cambalache de puntos, pero
ganaba. Estaba sobreestimando a los funcionarios del ministerio, no gané ni las
gracias por participar.
Lo que
siguió bien puede ser parte del guion de alguna película acerca de
republiquetas corruptas cuyo oprimido pueblo es rescatado por un héroe de la
decencia democrática. Solo que sin héroe en la película. Me enteré que no
respetarían el orden de mérito, que sólo los primeros puestos serían
contratados, que los segundos lugares no serían considerados, que había habido concursos
paralelos en la misma convocatoria. Abierta mentira. Recurrían a la mentira, a
la desvergonzada mentira para hacer y deshacer a su gusto y antojo. Todos sus
propios documentos oficiales publicados hablan de la mentira que vienen
ejecutando al tiempo que escribo esta declaración personal de frustración y
nausea. No solo se están zurrando en el precepto de la meritocracia como pilar
de una democracia sana y progresista (tantas veces anunciada por ministros y
presidentes) sino también ponían en franca duda la calidad del staff de los
colegios que deben formar a las mejores mentes del Perú. Esta no es una
película, es la realidad pura y cruda. La corrupción no tiene límites y está
enquistada en todos los tejidos y costuras del ropón de este bebe que tenemos
por país.
¿Reclamaré?
Sí. ¿Obtendré el puesto que me corresponde por orden de mérito? No. Mi reclamo
se procesará en las oficinas del mismo gato despensero por 30 días útiles. Otros
tantos días útiles en Defensoría del Pueblo, que es donde debe acudir todo
aquél que haya sido atropellado por la burocracia estatal. Aún si Defensoría
fallara a mi favor y mandara desfacer el entuerto, esto sucedería cuando el año
2016 ya esté a medio consumir y tendrían que atropellar ─con justicia, pero
atropello al fin─ a quien quiera que esté ejerciendo mi trabajo. Y una muy
incierta posibilidad que la prensa, el cuco de los funcionarios mediocres, me dé
bola en esta época electoral.
Aun cuando
tengo toda la documentación que sustenta mi relato y estoy dispuesto a denunciar
el atropello, ¿se hará justicia? Lo dudo desde lo más profundo del escepticismo
que esta vez sí ha llegado para quedarse en mi opinión y expectativas de todos
los actos que realizan rutinariamente los seres humanos que administran nuestro
estado desde hace mucho tiempo. Y mi caso debe ser solo parte de la punta del
iceberg de la corrupción en el ministerio de educación y demás burocracias que
son el mal de ojo del Perú, no se nota, pero jode a rabiar.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarEs una asco constatar que la corrupción está enquistada en todos los niveles y, lo que es peor, nuestros compatriotas demuestran un nivel de tolerancia para con la corrupción que, en mi concepto, raya con complicidad. ¿Hasta cuándo se darán casos como este???
ResponderBorrarCasos como éste, y muchos más, se seguirán mientras que la gente los acepte pasivamente como si la situación de corrupción generalizada fuera otra de las condiciones normales de vida. La falta de rebeldía y de reacción ante lo indecente e ilegal hace a la gente cómplice de todo y permite la impunidad. Sólo hay que ver a la colección de candidatos con posibilidades de ser presidentes, algunos repitiendo el plato, para corroborar el terrible diagnóstico.
BorrarMenudo relato que describe la triste realidad, no solo del sector Educación si no mas bien de todo el aparato estatal y una buena parte del sector privado también. Lamemtablemente, como bien lo haces notar, quienes se encargan de procesar y responder a los reclamos son parte activa de la mafia de puestos y convocatorias......
ResponderBorrarTriste realidad de nuestro país. ....
Pues mas que visible el nivel de corrupción que vive el nivel educativo, que tristeza saber y ver como se va decayendo la educación a través de los distintos medios que operan en la institución, sin saber aun que la autoridades no pueden hacer nada o es que se hacen los ciegos. Esto lo comente en los grupos y se llego hasta bares en Chiclayo y asi gran parte de las personas conocen el tema.
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