Cada cierto tiempo sale la noticia de la superluna de mayo y muchos se convierten en expertos en plenilunios septentrionales y en interlunios del solsticio del invierno meridional. Si, como yo, tuviste que consultar el diccionario para descifrar alguno de los vocablos que usé en la oración anterior, no eres experto en lunas, como tampoco lo soy yo. Claro, nadie cree que la luna esté hecha de queso, pero éso no es suficiente para ponerse a repartir información sobre el satélite terráqueo a diestra y siniestra sólo porque el tema se pone de moda en los meses de mayo y junio de cada año. La mejor política es abrir los oídos a los astrónomos, que son los verdaderos expertos lunares, solares, planetarios, galácticos y demás. A los astrónomos, no a los astrólogos ni a los que leyeron un artículo acerca de la «Superluna de las flores» y todavía se confunden al recitar lo aprendido.
También cada cierto tiempo nos llegan noticias de guerras (por invasiones, independencias, anexiones y más) en lugares (felizmente) lejanos. Y con las noticias salen de debajo de las piedras los expertos en guerras, expertos en los países o regiones involucradas, expertos en política internacional, hasta expertos en biografías de líderes políticos. Esta vez tocó ser experto en un país llamado Ucrania, invadido por otro país llamado Rusia; tocó ser experto en invasiones y en rusos, dizque. Vaya montonera de «opiniones», «vaticinios», «análisis geopolíticos».Vaya pléyade de opinólogos, vaticinadores, analistas que tenemos que aguantar llenando pantallas y papeles día y noche.
No soy experto en Rusia (ni en Ucrania, ni en OTAN, ni en política exterior norteamericana) —tampoco lo son muchísimos otros moradores de lo que llamamos occidente del mundo—, pero me llama poderosamente la atención el enfoque cuasi obseso y exclusivo en una sola de las aristas del conflicto que, como toda guerra, está cobrando víctimas inocentes. Me sorprende el coro monótono de expertos (incluyendo youtubers e influencers) en Rusia y su cultura, el discurso repetido —y retorcido a extremos absurdos— de información mal aprendida de ese antiguo país, ex imperio zarista y ex imperio soviético. Y más me asombra que no haya expertos parloteando sobre las otras aristas del conflicto en Ucrania: la OTAN, la Unión Europea, los EEUU de Norteamérica, la venta de armamento al país invadido, el bloqueo económico de «occidente» a la Federación Rusa, el bloqueo futbolero a los clubes privados rusos, el bloqueo discriminatorio a la cultura rusa (riquísima, por cierto), y largo etcétera.
Y dejé para el final la arista del conflicto más importante: ¿por qué no hablan los analistas y especialistas de la verdadera guerra en cuestión: EEUU-China? Un botón de información para mostrar el silencio estentóreo sobre el tema: ¿cuántos de ustedes escucharon o leyeron que un consejero presidencial del gobierno estadounidense ha anunciado en una entrevista televisiva en CNN que los EEUU están listos para aplicar sanciones a China si es que ésta colaborara en lo más mínimo en paliar el bloqueo comercial internacional a Rusia? Cuesta imaginar bloqueos a la República Popular de China, siendo como es la productora industrial del mundo, amén de sus inversiones en muchísimas actividades y regiones. Su paralización trastocaría a todo el mercado de nuestro lado del mundo de la noche a la mañana.
Un poco de criterio y responsabilidad no nos haría daño, más bien nos devolvería el uso de la razón en el quehacer político, económico, cultural de todos los países de este loco loco mundo.
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