28 marzo 2022

Vacancia al cuadrado

Un memorioso podría decirnos el número exacto de pedidos de vacancia presentados ante el Congreso peruano, y cuántos de ellos lograron llegar a la etapa de espectáculo en el hemiciclo. Pero nuestro amigo no necesitaría recordamos que un Congreso provocó la renuncia del expresidente Pedro Pablo Kuczinsky ante una vacancia inminente, y vacó efectivamente al expresidente Martín Vizcarra, no sin que éste antes cerrara a un Congreso usando la figura legal de la «Cuestión de confianza», tan objetable como la «Vacancia por permanente incapacidad moral». Y no olvidemos que la inmadurez política endémica del Perú es explotada con mucha eficiencia por la pandemia de polarización ideológica del «Ellos vs. Nosotros».

      No necesitamos recurrir a nadie para saber que las vacancias presidenciales, y los congresos cerrados, han causado siempre crisis política, económica y social. Lo sufrimos en carne propia. Es más, de darse la vacancia de este lunes 28 de marzo, la crisis que se desencadenaría sería agravada por el actual escenario de recuperación del colapso causado por la pandemia Covid19; amén de la aventura guerrera en Ucrania, que viene encareciendo aún más los alimentos y combustibles en el mundo. A pesar de todo, los congresistas peruanos siguen enzarzados en sus insignificantes peleas por una diminuta parcela de poder provisorio. Saben aquellos políticos que perseverar en la vacancia de Pedro Castillo puede dar réditos gracias a la indefinición de la figura constitucional de vacancia presidencial por incapacidad moral, lo que les permite sacar presidentes sin necesidad de probar nada. Todo se reduce a conseguir ⅔ de los votos congresales, y esos votos se consiguen a punta de promesas muy alejadas de las ideologías que cimentaron las soñadas liberté, égalité y fraternité.

      Pero su vocación de espectáculo les obliga a publicitar innecesarias razones de vacancia. Así que vuelven a recurrir a la «sensación de impotencia, frustración y abatimiento» de los peruanos ante la situación de las finanzas domésticas, la inseguridad urbana, la pobre educación, la escasez selectiva, la ausencia de valores, y demás precariedades de las naciones. Todo como si en el Perú no existieran las crisis exógenas del covid19 y la invasión rusa, ni existieran tampoco las consecuencias del sobre uso de las teorías de la economía del mercado corporativo, bajo el espejismo del la falsa sinonimia neoliberalismo = capitalismo. Como si nuestras falencias de país subdesarrollado no existieran desde la creación de la república, o antes.


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