La endeble salud de la economía —la de los reales factores productivos— de este nuestro Estado fallido se deteriora a pasos ágiles siguiendo la obvia tendencia guerrera mundial y respondiendo a los cimientos del trickle-down economics (la del «goteo de utilidades hacia abajo» y de la desaparición sistémica de la tributación corporativa). Nos invaden inflaciones, nos rompen cadenas globales de suministros, nos fuerzan a recesiones controladas, nos acercan al espectro de la estanflación (recesión e inflación comulgando juntas y revueltas), todo éso antes de poder salir de la crisis pospandemia.
Mientras, a la clase política en todas sus tonalidades le importa un soberano rábano que caminemos al filo de la navaja y le pone entusiastas ganas a la destrucción del precario equilibrio político, si es que alguna vez existió. La economía debe, de necesidad, seguir abriendo camino al andar en solitario, seguir trozando la maleza rémora y seguir sacando las abundantísimas malas hierbas, si le dejan. Aunque de raíz no podrá sacarlas porque están encoladas a las parcelas del poder oligárquico de los cabeza de ratón en este fallido intento de país.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario