16 mayo 2022

Muerte vana

A Javier Heraud lo encontró de pie, esperándola en una emboscada entre pájaros y árboles, entre luchas y sueños, entre las ganas de vivir sin ser tan distinto. Sorprendida ella de saberse, otra vez, más humana que los hombres, se dejó acompañar por la soledad sangrante de un poeta más:

Yo nunca me río

de la muerte.

Simplemente

sucede que

no tengo

miedo

de

morir

entre

pájaros y arboles

Yo no me río de la muerte.

Pero a veces tengo sed

y pido un poco de vida,

a veces tengo sed y pregunto

diariamente, y como siempre

sucede que no hallo respuestas

sino una carcajada profunda

y negra. Ya lo dije, nunca

suelo reír de la muerte,

pero sí conozco su blanco

rostro, su tétrica vestimenta.

Yo no me río de la muerte.

Sin embargo, conozco su

blanca casa, conozco su

blanca vestimenta, conozco

su humedad y su silencio.

Claro está, la muerte no

me ha visitado todavía,

y Uds. preguntarán: ¿qué

conoces? No conozco nada.

Es cierto también eso.

Empero, sé que al llegar

ella yo estaré esperando,

yo estaré esperando de pie

o tal vez desayunando.

La miraré blandamente

(no se vaya a asustar)

y como jamás he reído

de su túnica, la acompañaré,

solitario y solitario.

(De «El viaje», 1961)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario