No llama la atención que los peruanos se sorprendan porque su presidente de turno haya llegado a durar un año entero en el Poder Ejecutivo. Sin embargo, la mayor sorpresa, y desazón, se la han llevado los grupos político-empresariales que juraron con todas las versiones y traducciones de sus biblias sacarlo de Palacio de Gobierno antes de que el gallo cantara tres veces. Y es que no estaba ni en sus cálculos más pesimistas que el presidente Pedro Castillo resistiera las trístemente numerables intentonas golpistas, ahora devenidas en intentonas de inhabilitación.
Sabemos que en el Perú se ha dado otra acepción a la palabra outsider, ya que el actual ocupante de palacio de gobierno es otro más de los candidatos que se encontraron en segunda vuelta electoral sin aviso ni preparación previa (es muy normal superar los 20 candidatos a presidente antes de las podas del jurado electoral y del insuficiente financiamiento de campaña). El outsider es el estándar en el sistema electoral peruano gracias al profundo manoseo de las leyes electoreras hecho por el outsider-dictador de los 90 (que, tal parece, vuelve a poseer una mesa directiva del actual congreso).
Los presidentes peruanos vienen con fecha de expiración cada vez más corta. Claro que, si dice ser progresista (aunque no lo sea), el vencimiento pasa a ser número negativo. A Pedro Castillo lo tenían amenazado desde que salieron los resultados electorales definitivos en julio del 2021. La OEA no les abrió las puertas, las fuerzas armadas dijeron yo no me meto, las marchas con manifestantes portátiles se desinflaron desde el inicio, las mociones de vacancia no obtuvieron los votos necesarios, que es lo único que importa en una vacancia a la peruana: votos, no razones ni pretextos, votos congresales que se venden en metálico fuerte.
Así que inhabilitación dijeron. Y se llenaron de esperanzas. Y trataron, vaya que trataron con la fantasiosa cesión de mar a Bolivia. Y volvieron a fracasar. Pero no me malinterpreten, ellos son tercos y porfiados, no están acostumbrados a que sus deseos no se realicen. Siguen tratando, algo más tibios, la (hasta ahora) frustrada vacancia, pero es la inhabilitación presidencial lo que tienen en mira con una nueva estrategia: dar voz amplificada a candidatos a Colaboración Eficaz de la fiscalía en lo penal. Sin embargo candidatear a colaborador eficaz puede hacerlo cualquier criminal con labia e imaginación, pero pocos son aceptados por el gran detalle de las pruebas, no indicios ni decires, pruebas, que (hasta ahora) nada de nada.
Lo único que han logrado estos políticos-empresarios es insultar su propia inteligencia al «olvidar» que se puede investigar a un presidente durante su mandato, pero no se puede acusarlo hasta el final de ese mismo mandato. Hasta ahora, anque se desgañiten, no ha sido traidor a la patria, no ha disuelto al congreso, no ha impedido elecciones, no ha obstaculizado al sistema electoral. Los peruanos no tribales los observan mientras ellos, diligentes, siguen fabricando posverdades y memes en redes sociales y en medios de comunicación masiva nucleizados.
Y también insultan la inteligencia del peruano que no les compra el pleito con las tramas de realismo mágico que están componiendo sin parar (recordemos que son tercos y porfiados): investigar los últimos ascensos militares, que fueron hechos como manda la tradición de la vara; investigar tráfico de influencias en obras públicas, con candidatos a colaboradores eficaces multiplicándose en riquísimas declaraciones y tuiteos; investigar la tesis de maestría del presidente en la universidad del investigado por su tesis en la complutense (¿?); investigar los depósitos bancarios hechos por parientes políticos del presidente a un empresario privado (serían pagos), que no a un funcionario público (no serían coimas).
Algo real e innegable es que al Congreso Legislativo actual sólo le queda 8 meses y 22 días para sacar al Presidente Constitucional Pedro Castillo para romper el récord que ostenta Pedro Pablo Kuczynski con el período presidencial más corto de un gobernante elegido en urnas. Suerte con éso.
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