Elefantes blancos

Fácil es dejarse atrapar por la pelea polarizada iniciada —cuándo no— por operadores políticos e informativos del ala «patriótica y democrática» del Perú alrededor de la Refinería de Talara. La pelea polarizada se refina inicialmente con las eternas «graves denuncias» de los «pésimos manejos» de la administración pública, que, en comparación con el «eficiente sector privado», ha invertido miles de millones de soles de todos los peruanos en una refinería que nace inútil. Nace dizque un elefante blanco más, tan igual a las tantas empresas que privatizaron al inicio de la Era Neoliberal en el Perú.

    ¿La miramos por partes? (tiempo de lectura: 2 minutos). Pelean politizando un tema técnico empresarial al hablar de una refinería de petróleo que inició labores en 1917 con la International Petroleum Company (la IPC de la página 11 del 1968 de Belaúnde, y su ministro PPK en fuga cuando también politizaron la cosa). Esa misma refinería ha gozado de ampliaciones y renovaciones en 1926, 1938, 1956 y 1962 con la empresa estadounidense; y luego la empresa pública de derecho privado Petroperú S.A. tomó la posta haciendo cuatro ampliaciones adicionales, siendo la última un complejo petroquímico básico con una planta de fertilizantes (úrea y amoniaco) y otras dos plantas de derivados.

    Estas tres plantas petroquímicas fueron cerradas entre 1991 y 1992 como parte del proceso de privatización al por mayor del gobierno inaugural del neoliberalismo en el Perú. [Este cierre de una planta estatal de fertilizantes al inicio del gobierno fujimorista se presta para narrar aquí otra historia dentro de la Historia del Perú].

    Todas las inversiones hechas en la refinería de Talara fueron necesarias y buenas en su momento, al punto que lograron retornar el dinero a sus arcas dentro, o antes, del fin del período de recuperación de la inversión. Ahora el actual proyecto de ampliación-renovación de la refinería ya está en proceso de arranque gradual y progresivo, con fecha prevista de entrega total del proyecto final de parte de la empresa española Técnicas Reunidas a Petroperú entre finales del 2022 y principios del 2023.

    El tiempo corre y el proyecto también. Así que, dentro de los plazos proyectados, se incluyó, obviamente, la expiración (no rescisión) de contratos petroleros de seis operaciones petroleras concesionadas por la empresa estatal (creada por Fujimori) Perúpetro en la cuenca de Talara entre los años 2023 y 2028. Y es que, contrario a lo que creen los aullantes recetarios neoliberales, la sinergia hace mucho que forma parte de la formulación y ejecución de proyectos de inversión en la administración pública.

    Pues bien, ¿cómo romper esa estructura basada en sinergia empresarial y convertir en elefante blanco nonato al proyecto en construcción de la Refinería de Talara? Fácil, han presentado un proyecto de ley (P.L. 00804/2021-CR) en el actual Congreso de la República del Perú, que ya lo tiene en comisiones congresales de Energía y Economía. ¿Qué pasaría si lo llegaran a promulgar? Modificar la Ley Orgánica de Hidrocarburos con el fin de extender los tiempos de explotación de los lotes petroleros de Talara en 10 años más. Es decir, de lograr la promulgación de esa ley basada en supuestos económicos propios del discurso político-filosófico, la Refinería de Talara tendría que pagar US$ 100 u US$ 80 por barril de su insumo de producción, en lugar de sólo US$ 20 por costo promedio por barril de petróleo en los lotes petroleros de Talara.

    Y éstos son datos reales, no opiniones o abstracciones filosóficas, cada dato se puede verificar en la realidad real, o en páginas web públicas y notorias. Luego entonces, esa diferencia porcentual de 75 a 80 puntos en tu insumo de producción convierte en elefante blanco a cualquiera, oiga usted. Hasta el minimarket que funciona hace 30 años en el centro de mi pueblo sería elefante blanco con esas jugadas sucias de individuos que están acostumbrados a mantener sus prebendas lucrativas y poco trabajosas al todo-vale. Fin de pelea.