26 septiembre 2014

Gestión de Jabonero

     Dicen que en casa de Jabonero el que no cae resbala. Por desgracia es bien sabido que, en lo educativo, el Perú ya no puede resbalar estando como está tendido cuan largo es desde hace un tiempo, para ser exactos, desde que el sector fue tomado al asalto por empresas privadas. Don Mariano Jabonero dirige en Editorial Santillana y nos dice que podremos mejorar el tema escuelas en el corto plazo, que no es necesario esperar, pues ellos tienen la varita mágica, más exactamente, la varita virtual.
   
Según una entrevista publicada en Diario Gestión de Lima, don Mariano, Jabonero de Fundación Santillana, nos endilga enfáticamente:
 "se puede mejorar la educación a corto plazo, si esa mejora viene acompañada de un desarrollo a través de tecnologías de información (TIC)" [sic].
Muy aparte del galimatías del desarrollo atravesado de tics, tal parece que para Santillana el cerebro humano a evolucionado en el transcurso de una sola generación al grado de asimilar alucinantes cantidades de información fragmentada en milisegundos gracias a:
 "un beneficio tanto en contenidos (porque es abierto) y entretenimiento (porque los alumnos se aburren menos)" [sic+sic].
 Como si lo del entretenimiento en aulas no hubiera sido ya el común denominador de lo aplicado en aulas peruanas mientras caíamos en picada, sólo por la coincidencia debería haberse revisado cuánto entretenimiento ayuda a aprender en aula pero no se hizo y se siguió jugando para el vídeo familiar. Resbalón tras resbalón, sin contar el paralelismo en la redacción, y a seguir resbalando con Jabonero.

     No contentos con ello, el diario Gestión resbala acrobáticamente al imprimirle una peor a don Mariano:
 "El mito del desarrollo de la educación a largo plazo fue desechado con las afirmaciones de Jabonero, ya que mencionó que hay evidencias por parte de la OECD y de la Unesco que países han logrado salir de sus rendimientos bajos en educación a niveles óptimos." [sic+sic+sic].
Y claro, que ya salimos todos del oscurantismo de la Edad Media europea es una gran novedad, si te llamas Perogrullo y regresaste de hibernar unas cuantas centurias. Pero, para quien vive en esta época, lo que sorprende más es que el diario peruano Gestión llegue al extremo de publicar que los plazos obligados de desarrollo de la educación son un "mito" y que lo que dice el Santillano de los Jabones va a la iglesia y punto. De hoy en adelante, estudiaremos primaria y secundaria en 2 años que don Mariano nos firma el diploma.

     Ahí no queda la cosa en la nota sin firma de periodista:
 "De esta manera, [Jabonero] confirmó que con la implementación de las TIC, los efectos en la calidad educativa del Perú se verían en tres o cuatro años." [4 veces sic].
Se olvidaron de decir a qué clase de efectos se verían y de definir la palabra implementación, que hasta los picnics domingueros se implementan.

     Aún hay más, Jabonero, embalado en la nota, lanza con total desparpajo:
 “Brasil, Polonia y Letonia son claros ejemplos de innovación tecnológica en instituciones educativas. Asimismo, Alemania solía tener resultados negativos en comprensión lectora, pero en seis años se logró convertir casi en un líder en tal campo” [5 veces sic].
Mientras no inventen otro método de cuantificación de resultados, tenemos que basarnos en los números, en este caso, del test PISA 2013. Bien pudo poner a Polonia en lugar de Alemania en su ejemplo, ya que los alumnos polacos tuvieron un puesto 14 en el PISA, encima del puesto 16 de Alemania, aunque ninguno de los dos países lidera nada en lo educativo. Y no sé a qué viene mencionar a Letonia -puesto 29- y Brasil -puesto 59- como ejemplos para el Perú que ocupa el puesto 66, el último de todos. Alguien que me diga desde cuándo las estrategias de desarrollo se basan en seguir los modelos de quienes tienen mediano o pésimo rendimiento. Quizás sea que los países asiáticos, que ocupan los 10 primeros puestos de PISA 2013, no entran a la casa de Jabonero, cuya comprensión lectora al parecer está muy por debajo de los quinceañeros de la OECD, que es la institución multinacional que ha creado el PISA.

     Ahora a lo alucinante, el diario de marras refiere:
 "Según Jabonero, nuestro país está cerca al promedio de los países de la OECD, y por encima de la media de América Latina." [10 veces sic],
borrando de un plumazo los resultados más catastróficos en la historia de la educación peruana. Los resultados de la prueba PISA, de OECD, del año 2013 lo confirman, somos coleros absolutos. ¿O es que don Mariano confundía Perú con España y su puesto 34, ocho por debajo del promedio OECD? Aunque la chuntan medianamente al mencionar a Singapur, Finlandia y Corea (asumo la sureña), es para jalar agua al molino de las bondades de las TIC, sin fundamento ni soporte, sólo santa palabra. Que la empresa Santillana se esté dedicando a vender productos enciclopédicos virtuales debe ser tan solo una feliz coincidencia.

     Si es verdad que:
 "Jabonero informó que los países con mejores resultados de América Latina necesitarán más de diez años para alcanzar la media de los países de la OECD, plazo de tiempo que supera los veinte años que necesitarían los países de la región con peores resultados",
entonces los 3 o 4 años de "efectos" sobre la educación peruana que prometió recuerdan a nuestros más folklóricos politiqueros. De pasada, Perú no es miembro de OECD ni muchas ganas muestra de serlo porque el tema va por el lado del desarrollo económico, muy lejano del crecimiento económico que tanto nos emociona aunque vaya a parar a otros pocos bolsillos.

     He dejado de leer prensa desde hace mucho para evitar ser acribillado por esta clase de publi-reportajes disfrazados de noticia. Por desgracia, ceder a la tentación y posar la vista como por descuido en un simple artículo ha demostrado ser potencialmente peligroso para la inteligencia y el sentido común. Pero, para verlo por el lado amable, mis alumnos de pensamiento crítico tienen en el diario Gestión una muy buena fuente de argumentos con pésima lógica para ejercitar su crítica, que ni a propósito. Gracias don Mariano de Santillana y Diario Gestión de las finanzas por el material idóneo para estudiar la idiocia argumentativa. Por lo menos así olvidamos por un momento que Santillana estuvo entre las empresas editoriales multadas por el regulador peruano INDECOPI por prácticas ilegales en la venta de sus libros en escuelas peruanas.

Publicado online: http://www.ellibrepensador.com/2014/09/26/gestion-de-jabonero/

23 julio 2014

Coqueterías de la economía con la ecología

Conversé, bajo el cobijo de una pizza vespertina, con un amigo al que no llegué a tener en mi bando en las batallas con resorteras de toda sana niñez del pueblo donde crecí. Nos unió para esa conversación un paisano en común, un amigo de carpetas escolares y combates épicos con motas rebosantes de tiza obtenida de la pizarra de turno, algo que no faltaba en ese entonces a la pubertad colegial que rebosaba felicidad.
     La conversación transcurrió por caminos filosóficos no muy transitados en las esquinas y también cruzó vados de ríos que alguna vez tuvieron aguas cristalinas. Hablamos de convicciones y creencias, de credos y conjeturas, de prestigios e insumisiones; hablamos de sueños interrumpidos por la dura realidad casi siempre corrupta, de caminos truncados por la bestialidad de seres cada vez más humanoides, de los espacios que le queda a la tan pasada de moda honestidad. Hablamos finalmente de la economía, tema que unió nuestras lecturas en universidades, y la anexamos al medio ambiente. Más concreta la conversación imposible, me dije hasta después de despedirnos deseándonos lo mejor en nuestras vidas de maestros.
    Bueno, cambié de opinión después de encontrar literatura con buena reputación en la red virtual, y pude comprobar que la economía ya se había matrimoneado con un encopetado señor, ambientalista académico él, a quien ayuda ella, aburrida a rabiar, en los cálculos de costos ambientales de un derrame petrolero en mar abierto y de la respiración del menos estudiado insecto de la cadena alimenticia, pasando por cuantificar a la multicolor mierda química que botan al desagüe las fábricas que financian sus sondeos y factorías de fórmulas matemáticas. Pero, ni tonta ni perezosa, la economía también se echó para el diario a un amante viajero y fanático de paisajes imponentes, activista ecológico él, con quien revuelca sus más íntimas erudiciones salpicadas de investigaciones biológicas y tectónicas en prados de verde belleza. Ésa vida de la ciencia económica hecha de planos paralelos me llevó a tratar de resumir, disfrazado de hombre serio y leído, lo que, hasta ahora entiendo por Economía Ambiental y Economía Ecológica. El intento fue enviado al amigo de líneas arriba mediante un correo que les resumo:
     (...) Mi estudio autodidacta de economía ambiental me ha llevado por múltiples ramificaciones y opiniones formalizadas de pensadores y economistas de toda laya; de todas ellas, hasta ahora, se destacan, ya sea por resonancia viral como por cobijo de los medios que tradicionalmente forman opinión pública, las posiciones de: (1) cuantificación de los recursos naturales para que los productores de bienes internalicen las externalidades negativas provenientes de contaminación ambiental (ya sea vía impuestos y regulaciones o vía negociación privada-legal) o (2) mantenimiento de un nivel constante de producción que fije la explotación de recursos en un límite máximo, con la esperanza de alcanzar el punto de equilibrio entre la contaminación y la capacidad de absorción del medio ambiente. La primera posición correspondería más a la economía ambiental y la segunda a la economía ecológica, aunque se entrecrucen en sus intentos por explicar y solucionar los problemas comunes con que trabajan. La primera utiliza exhaustivamente las herramientas matemáticas y estadísticas de la economía neoclásica, mientras la segunda busca formalizar económicamente los números y procedimientos de las ciencias naturales. La primera adquiere a veces el típico tinte gris de los intereses disfrazados de las corporaciones que, como sabes, son entes económicos más grandes que muchos países combinados; la segunda camina por una senda paralela al activismo ambientalista que también disfraza intereses muchas veces políticos de anti-sistema. Debo admitir que mi preferencia se aleja de la cuantificación de recursos en tanto que ésta sirva para justificar la tendencia de distribución de ingresos cada vez más piramidal, y veo más útil la cuantificación de recursos al usarla para políticas de regulación. Tampoco me anima apoyar a un activismo que pueda camuflar políticos corruptos necesitados del barniz de probidad y justicia social para servirse del estado (...).
Un fuerte abrazo.

El próximo rey de nuestra colina

     ‘El rey reina pero no gobierna’ es un precepto básico de las monárquicas parlamentarias europeas, y España no escapa a ello.  Para gobernar está el presidente elegido por el parlamento votado en urnas, quien responde no sólo a la abstracta idea de pueblo votante sino también al parlamento y al propio rey, que la realeza se iría junto con el país si es que éste se va por el caño. Todos, incluyendo al presidente de turno, saben que se puede mandar a rodar al monarca en cuanto éste se le dé por meter las narices en cuestiones de estado, pero nadie lo haría por protocolo y por evitar el espectáculo en los medios de comunicación, al menos que la cosa pública tenga sus escondiditos en peligro de ser hallados. Este elemento de control indirecto, casi etéreo, del poder ejecutivo ejercido ahora en España por un hombre de mediana edad dizque preparado para esos avatares muy diplomáticos internos y externos y que, aún esperemos, esté sintiendo la perentoria necesidad de disipar la gruesa sombra que oscurece la reputación de su familia. El asunto legal que ocupa a su familia va por el lado del peor de los delitos modernos: el blanqueo de capitales; el peor de los delitos porque es el que genera dinero real en los bolsillos de los criminales que ejercen industrosamente todas las actividades delincuenciales conocidas y por conocer.
   
     Para seguir el hilo, en el Perú nunca llegamos a tener rey propio -empresa trunca de José de San Martín- como sí lo hizo el Brasil inicial con su peninsular don Pedro. Sin embargo, nuestro eterno péndulo político y su inmensa carga de corrupción no se quedan atrás. Damos bombos y platillos, sin meterlo en una celda que merece con creces, al ya dos veces proclamado presidente, pomposo charro de opereta, asiduo cantor del “pero sigo siendo el rey” donde haya mariachi que lo aguante. Mantenemos en la prisión, que también la merece, a un remedo de emperador de dos períodos presidenciales, negado para la danza y con cuyos hijos quiere iniciar una dinastía financiada por lingotes de oro secuestrados de la misma bóveda nacional. Tenemos a otro que se reclama descendiente de una princesa Inca y que quiere repetir el plato presidencial junto a su esposa de cinco nacionalidades. Y, ex-presidentes aparte, se hace la piel de gallina el sólo pensar que en la lista de aspirantes figure algún conspicuo miembro de la élite financiera internacional que tantos desbarajustes vienen causando con abultados resultados a favor de sus propias alforjas, peor si utiliza la misma mascota marketera del banco peruano líder.

     Todos ellos calientan máquinas para competir en las elecciones generales del próximo año, una competencia que promete mucha sazón pero poca alternativa para el votante peruano sesudo y consciente de que se juegan futuros generacionales. Más que optimismo, abrigo la esperanza de que aparezca algún gallo de tapada que no muestre tanta pluma cochina, quemada o ensangrentada. Aún espero que los peruanos no tengamos que elegir entre sólo urdangarines bañados de falsa nobleza y dinero fácil.

27 mayo 2014

¿Y dónde están los auditores?

     La Región Ancash se desangra, como tantas otras donde la corrupción está instalada en cada hebra del tejido social. La Región Cajamarca aún tiene por presidente a un hombre políticamente mono temático en lo anti minero, detrás de lo que se esconde la realidad común de este lado del mundo. En cada región peruana, en cada organización gubernamental y privada, en cada grupo social o económico, la corrupción es el modus vivendi del peruano de hoy. Que hayan sólo dos regiones, una en especial, en el ojo de la tormenta periodística no desaparece la realidad; quizás la abstrae por la necesidad de supervivencia psicológica, y física, de cada ciudadano de este país hecho parches.

     Siguiendo la corriente a los rasgamientos de vestiduras de los medios de comunicación, la fiscalía de la nación acusa a la contraloría -también de la nación, aunque las dos se parapeten en la capital- de no haber revisado a tiempo las cuentas de la región Ancash para evitar todo el desaguisado. Si consideramos las leyes de control estatal, suena razonable y lógico el cuestionamiento. Pregunto, entonces, siguiendo ese razonamiento y esa lógica: ¿dónde están las auditorías privadas externas que también exigen las leyes de control estatal?, ¿hubo algún auditor privado que denunciara manejos sospechosos o inexplicados en dicha región?

     La pregunta ¿dónde están las auditorías privadas externas? se responde con un "no lo sé" nada rotundo que puede tener su origen en una encrucijada: (A) a la prensa (o a la fiscalía) nunca se les ocurrió pensar en esa vertiente de documentos contables oficiales o (B) la prensa no planea tocar la arista empresarial privada del asunto. La alternativa A se me antoja muy improbable pues equivaldría a decir que la prensa (y la fiscalía) peruana está llena de ineptos y fronterizos mentales, mientras que la alternativa B va a tono con la corrupción que ha infectado al Perú hasta los huesos.

     La pregunta ¿hubo algún auditor privado denunciante? se responde con un obvio y rotundo "no". Un no sin dudas ni murmuraciones, un no que hace honor al comportamiento de siempre de profesionales contables que se especializan en encontrarle sólo tres pies al ciempiés, un no que rememora los líos penales en que se debaten las mismas empresas auditoras en el mundo desarrollado que sí las halla en el lodo, un no que corrobora la infección que viene matando a este país que in-mora al sur de la línea ecuatorial.

17 mayo 2014

Las reguladoras dizque están regulando

     Sucedió en el Perú: transportistas públicos de Lima se declaran en huelga exigiendo la cancelación de multas acumuladas por casi todos los minibuses y microbuses. La policía aplica multas sin escuchar al infractor, aducen. Brutalidad policial. También sucedió en el Perú: Confederación Nacional de Instituciones Privadas (Confiep) se reune de urgencia con el primer ministro para exigir se deje de multar a empresas inspeccionadas por reguladores estatales. Los inspectores aplican multas sin escuchar al infractor, reclaman. Brutalidad gubernamental. (Ver noticia en diario de alcance nacional)

     Por un lado, la otrora poderosa Federación de Choferes del Perú se ha dividido en varias mini-federaciones y asociaciones, perdiendo así su convocatoria y peso político, para algún beneplácito del peatón que debe soportar a diario una de las más alucinantes pesadillas de transporte del mundo. Por el otro lado, la Confiep es todopoderosa en la política peruana, aupando en su seno a casi la totalidad de los gremios empresariales privados del país. Es vocero de importadores, exportadores, banqueros, auditores, constructores, avicultores, agricultores, agentes de bolsa, comerciantes, mineros, petroleros y demás corporativos. Clama estentórea y amenazante por el derecho de todos los empresarios a hacer lo que les venga al coleto en lo laboral, fiscal, bancario y concesionario. Nuestras multas, anuncian, las pagarán los consumidores; clara confirmación de uno de sus lemas: "Primero (que se joda) el Perú".

     Que las autoridades  cancelen las multas de tránsito lo dudo mucho, aunque les piquen los dedos para firmar una resolución de ese tipo. Mis dudas se disipan cuando se trata de darle gusto a los arrogantes líderes empresariales, pues es muy probable que les jalen la alfombra a las reguladoras. Tendremos, entonces, simples rebaños de burócratas atados de pies y manos, observadores de los atropellos empresariales so pretexto del progreso. Seguiremos, entonces, siendo un país del cuarto mundo en lo laboral y ecológico; continuaremos siendo muy atractivos para las inversiones porque nada sería ilegal o sujeto a multa; prolongaremos la inmensa brecha entre la alta paridad internacional de precios y la baja capacidad adquisitiva de los ciudadanos no empresarios; insistiremos en la trampa de cada-peruano-un-emprendedor para disfrazar el monstruoso desempleo; y persistiremos en las corales bienaventuranzas al mercado como auto regulador ─el gato despensero─.

27 abril 2014

Lo que Dios creó, quién es San Pedro para juzgarlo.

     Me duele el ombligo y me friega el día porque es un dolor que se va hacia los órganos blandos que existen imperturbables bajo el armazón de huesos que los protegen, olvidados por mi consciente e inconsciente hasta que algo molesta por la periferia. Se me ocurrió pensar cómo podría sentir este dolor de ombligo una mujer, que dicen resiste mejor las intemperancias fisiológicas, pero nunca lo sabré pues no soy mujer ni nunca quise serlo. Tengo, sí, algo de curiosidad por enterarme cómo sentiría mi dolor una mujer en sus injundias, tal como también quisiera saber lo que siente un escarabajo azul al volar. ¿Sienten la misma curiosidad otros hombres? no lo sé, ni me importa. Al fin y al cabo, todos somos un mundo aparte y nuestras diferencias son las que precisamente enriquecen a la raza humana.

     Sin embargo, si le damos una mirada rápida a la fauna masculina, encontraremos una especie de machos de testosterona cabalgante que no le importa un comino saber cómo pueda sentir cualquier dolor corporal un ser cualquiera, aparte de la urgencia sexual. Para esta especie de hombre, el asunto es simple y exento de dudas existenciales. Pero también hay una especie de hombre que siente resquemor punzante cuando se le da por saber lo que siente una mujer, macho de testosterona vitaminizada que le tiene miedo visceral a lo desconocido del otro lado de las gónadas y que lo lleva a rechazar hasta a sus intentos inconscientes de curiosear, pues le podrían causar una reacción en cadena que terminaría en pánico. Pánico, terror a la imagen de verse a sí mismos diferentes, de verse a sí mismos asumiendo otro género sexual. Tranquilo macho, no pasa nada. En la mayoría de los casos, sería anti-natural forzar a un hombre a actuar como una mujer si nunca tuvo sensibilidad femenina ni cuando jugaba a mamá y papá con sus amiguitas y primitas. Mientras que, en la minoría de los casos, sería lo más natural del mundo que un hombre entienda cómo siente una mujer porque le nace de las tripas como parte de su respiración; gay u homosexual, ni lo condeno ni lo envidio. Lo que Dios creó, quién es San Pedro para juzgarlo.

     Hay un penúltimo tipo de hombre que ya logró acallar, cree él definitivamente, los ruidos del pánico a ser otro y que se dedica, cree él divinamente, a predicar en contra de seres humanos que todavía le causan miedo, aún cuando sabe que todos fueron creados, sabe él religiosamente, a imagen y semejanza del mismo Dios que creó a todos. Su ilusa misión de auto-elegido lo lleva a forzar sus prédicas con burdas abstracciones bizantinas e interpretaciones libres que ni él mismo se las traga; igual de torpes a las razones que esgrimió la santa inquisición cuando condenó por herejía a Galileo Galilei por afirmar que la tierra giraba físicamente. A pesar de los esfuerzos de esta sub-especie de macho humano, la tierra gira alrededor del sol y todos los hombres son iguales ante Dios.

     El último tipo de hombre se mezcla en la multitud de las ovejas sordas, ciegas y mudas ─ser eco de otros no te hace hablante─ que siguen ideas sin contrastarlas con la realidad que los circunda. Esta especie confunde lo que aceptó sin crítica alguna como respetable tradición con pensamiento crítico, ironías de la vida. Felizmente, lo que piense esta gregaria especie, gran mayoría en sociedades atrasadas, no es relevante en el tema de los derechos humanos, pues todos somos iguales ante la ley, sin importar lo que opine la mayoría o el chino de la esquina. Los derechos nacen con cada uno y quién es una oveja para negárselos a nadie.
   
     Ahora que mi país se debate en un debate ─remedo de los diálogos entre el Salviati y el Simplicio de Galileo─ sobre los derechos de los homosexuales a formar familias de igual género, la Unión Civil, me da una intensa curiosidad por saber si nuestra sociedad está dominada por ovejas que impondrán miedos contagiados a rajatabla, barriendo la esencia de la democracia que todos hemos elegido, o si se impondrá la cordura y los valores de igualdad de las minorías. Me rehúso a pensar que mis connacionales vean a los derechos humanos por debajo de los apetitos y temores de unos pocos equivocados con caja de resonancia en el rebaño más grande.

17 abril 2014

Los errores que cometí

     Cometí muchos errores, de toda laya, errores que cambiaron mi vida algunos, y errores que sólo me obligaron a sacudirme el polvo de los pantalones otros. Se me antoja clasificar en la categoría de otros a mi error de inversión en la estafa FOREX de la que fui víctima y que estuvo de moda en el Perú por un par de años y que, al parecer, ya viene reculando del variopinto mercado peruano del dinero fácil. Como las cosas siempre empiezan por el principio, admito que la regué de arranque con ese asunto de FOREX y les cuento cómo llegué a decidir meter la pata en ese hueco que debí adivinar tan profundo como el más viejo de los desagües del centro de la ciudad.

     Uno: confié en la palabra de una persona a la que ya conocía por algunos años y que sabía, por terceros cercanos y ella misma, que llevaba décadas pulseando la bolsa de valores con un saldo altamente positivo. Confié ─me explico, sin justificarme─ sin saber que existían bonos de captación de incautos que podrían llegar a ser ─coincidencias de la vida─ autos y que esta persona consideraría traición a cualquier intento de búsqueda de estafadores escondidos tras arbustos de reputación sintética. Lección 1: nunca confíes en alguien que te pinta el negocio del siglo, que te ofrece tasas de retorno de arriba de 10% mensual, que te engatusa con la independencia financiera inmediata. Así hayas conocido a esta persona en la sala donde te parieron, no confíes, pues dejará de ser amiga tuya una vez que el negocio termine abruptamente en bolsillos ajenos.

     Dos: creí en las referencias positivas de un encumbrado técnico en temas de alta cocina corporativa, socio y jefe de la filial peruana de una de las más grandes consultoras mundiales, adalid de la natural honestidad del empresariado peruano, atildado defensor de la autoregulación de los que se resisten a ser supervisados por la ley. El acto de deslizar la investidura de agente financiero probo y ejecutivo al individuo que realizó la estafa que me esquilmó le dio a la cuenta de inversión la seguridad necesaria que me llevó ─y sigo explicándome, no justificándome─ a ceder a la tentación de obtener un ingreso seguro por mi inversión. Tampoco sabía que este mismo consultor encumbrado poseía dos cuentas en la fatídica operación FOREX, que representaba en el país a una consultora condenada en los tribunales norteamericanos por mala práctica, que poseía un MBA de viajero frecuente, que al primer indicio de reclamo amenazaba veladamente con enviar oficiales corruptos a visitar a familias inocentes. Lección 2: Jamás tomes como referencia positiva el rumor selectivo de apoyo de personajes de las cúspides económico-financieras, de los que fabrican imágenes de probidad a toda prueba en un mundo donde el que no cae resbala, de los que esperan tu genuflexión de adorador del dinero sin importar su procedencia.

     Tres: deposité mi confianza y esperanza en las habilidades de un individuo repetidamente ponderado por sus asociados, que blandía su experiencia en inversiones en un conocido banco peruano y que operaba desde una oficina equipada con lo último de la tecnología, aduciendo sacrificar sus horas de sueño para sacarle el jugo a la actividad europea y asiática. Todo ello sin saber que la oficina y equipos eran alquilados por horas, que el agente no tenía certificación financiera ni de los Boy Scouts de su barrio, que el individuo no tenía registro académico en universidades peruanas, que él y su hermano eran directores de empresas sin capital en busca de hacerse de maquinaria chancadora de piedra en la selva, que su nombre no registraba ni casa ni vehículo alguno, que había falsificado firmas usando una empresa extranjera de registros virtuales, que manejaba una pirámide que cerró con el cuento de las pérdidas intempestivas mientras engordaba otra cuenta replicando en forma inversa sus pérdidas intencionadas. Lección 3: no pongas tus huevos en la canasta de un tipo de reputación anónima aunque lo recomiende una legión de Arcángeles.

     Ahora el mea culpa. Caí redondo como un ingenuo, sin siquiera molestarme en confirmar la información que me ofrecieron, sin indagar en busca de la verdadera identidad de los actores de esta estafa. Ahora es cada vez más sobrecogedor el ir conociendo detalles de la vida de quienes no tuvieron empacho en participar en este montaje que se adueñó del dinero de gente que confió en ellos, de la dimensión que tiene el término "delincuente de cuello blanco". Para mucha de la gente que estafaron, y siguen estafando, el asunto queda en su experiencia personal, en su aprendizaje de vida. Para mi, en cambio, la historia no termina con el robo consumado, pues es cuestión de decencia y honestidad. Y más importante que el valor del dinero, es que el poncho, no señor, a mí nadie me pisa el poncho.

05 abril 2014

Escéptico.

     Vivo en el número 15 de la calle Abril en un suburbio limeño que nació pequeño burgués y con gran ánimo para ir tirando abajo lo pequeño de su condición. Pero éso fue cuando nació. Vivo en un suburbio en que ahora lo pequeño le hace sombra a lo burgués. Admito que aún los habitantes del suburbio hecho de madera y piedra barnizan sus puertas y cuidan sus jardines, florecidos todo el año. La rendición a medias, el aflojar en la carrera al envidiable progreso, se puede ver en el club comunal cerrado a doble candado y triple herrumbre, en la piscina cubierta de grafiti polvoso, en los parques resecos, en los pocos árboles raquíticos que sobreviven de la neblina mañanera, en los baches sobre el pavimento de la cuesta de ingreso, en la mirada de los que suben y bajan en nuestra interminable rutina de la gran ciudad.

     Trabajo en una ciudad tan típica como cualquier otra urbe que supere los diez millones de gentes, cada una con su propio mundo, muchas veces propalado a los cuatro vientos para cualquiera que se tome la molestia de sacarlo de la común frecuencia de ruido ignorado. Muchos de ellos necesitan que los escuches a ver si les compras las chucherías, tangibles o no, que necesitan vender. En fin, una ciudad en que la paz relativa y precaria hace tiempo se mudó a lo más alejado, poniendo de por medio aburridas carreteras y más muchedumbres vociferantes, ya sabes, propalando sus mundos y vendiendo chucherías. Y aún no dejo la calle. Trabajo en un par de institutos -soy profesor, tiene que ser de un par para arriba- donde el ruido externo cede al zumbido de tus propios engranajes discordantes y cadenas ululantes de saberte una pieza más para crear productos que se pierden de tu vista.

     Veo, escucho y leo noticias de un mundo que todos sabemos siempre ha sido como el registro de momentos históricos de nuestra humana crueldad; el color rosa lo ponemos nosotros para no cargarnos por un precipicio, un puente, una carretera central, una bañera, un pastillero, una bala embocada. El mismo mundo que siempre acogió paradojas incoherentes, como supuestos políticos desinteresados, militares estadistas, contadores probos, abogados legítimos, autoridades a nuestro servicio, religiones frugales, gobiernos honestos, leyes justicieras, humanidad jodida pero contenta. ¿A dónde quiero llegar? pues a proclamar mi escepticismo. Ahí está, lo dije, doctrinaria y visceralmente escéptico.

     Mi escepticismo, como simple arma de autodefensa, nace de las entrañas donde vivo, trabajo y activo mis sentidos. No el escepticismo corporativo donde lo que no tiene valor monetario es basura. No el escepticismo fanático-religioso donde mi dios es el único verdadero y los demás son ídolos. No el escepticismo político-económico donde mis ideas son las únicas viables y las demás son sectarias y terroristas. No. Hablo del escepticismo de piensa mal y estarás en lo cierto, de éste cree que soy huevón, de a mí nadie me pisa el poncho, de qué querrás que estás tan buenito, de dónde está el truco del negocito, de lo que cada uno de nosotros piensa en secreto cada vez que interactúa con otro ser hecho a imagen y semejanza de nuestro propio dios.

     Lo acepto y lo proclamo, salgo del estado de negación y busco asistir a algún grupo de ayuda en pos de redención. Me llamo Juanjo y soy escéptico. Lástima que aún no puedo encontrar un grupo al que no se le note la obvia intención de convertirte en un borrego descerebrado. Algún día les daré la dirección, si es que lo encuentro.

01 abril 2014

¿Liberar a los delfines?

Eufóricos activistas de la ONG limeña ORCA (Organization for Research and Conservation of Aquatic animals) reclaman por las condiciones en que son mantenidos en cautiverio los que alguna vez colaboraron con el éxito empresarial del Hotel Los Delfines, también de Lima. Los delfines Yaku y Wayra ya no ofrecen sus piruetas para el solaz de los visitantes del encopetado hotel, quiero pensar que los delfines también se jubilan, al menos los cautivos. De regreso con los activistas, incluyen ellos en su reclamo el cambio de la Ley 26585 que permite el cautiverio de animales. No les quito razón, por el contrario, los apoyo; todo animal debe vivir en su habitat natural, por lo que los seres humanos -y los hoteles elegantes- deberíamos darnos por satisfechos con nuestra convivencia con especies que se han multiplicado gracias a nuestro ecosistema urbano, dígase perros, gatos, ratas, palomas, cucarachas, hormigas y demás.

Pues bien, todos de acuerdo: Free Yaku and Wayra! (para no desentonar con el nombre en inglés de la peruana ONG que apoyamos), pero ¿liberarlos dónde? si la respuesta es en la costa de Lima, lo que sería lógico por razones económicas y logísticas, es evidente que los liberados migrarían a zonas de más grata temperatura, lo que significa que viajarían hacia el norte. Es claro que para los delfines el asunto del petróleo y la constante exploración por más bolsones de oro negro les tiene sin cuidado, sencillamente no existe en sus cerebros (que dicen son superiores a los de los monos más aplicados y humanos más rezagados). Y es probable que para nosotros los humanos de mediano entendimiento la exploración petrolera tiene una burbujita de nuestro conocimiento. La pregunta es ¿sabemos cómo lo hacen? en ese terreno, la gran mayoría de antropomorfos están en el mismo terreno que los cetáceos.

Muy fácil, se emiten potentes sonidos para registrar el comportamiento de las ondas de esos sonidos buscando señales de densidades diferentes a la roca pues es muy probable que en ese bolsón de diferente densidad haya petróleo. Con ese truco inventado por geólogos de hace tres o cuatro generaciones, se ahorra un chorro de dinero por excavaciones infructuosas a ciegas. Esas ondas solían producirse mediante explosiones que simulaban pequeños sismos, de allí su nombre de exploración sísmica. Hoy en día ya no usan dinamita pues la rusticidad quedó en el pasado gracias al desarrollo de la tecnología exploratoria con ondas de aire comprimido, dicen.

Sin embargo, hasta ahora nadie ha podido ─o querido─ explicar las súbitas y masivas muertes de cetáceos, peces y aves frente a la costa norte peruana en cortos períodos de tiempo. Sucedió en el 2012, más de 800 delfines muertos en un mes, y nuevamente en enero del 2014, alrededor de 400 cadáveres más. La ONG ORCA indagó en el 2012, tal como dizque lo hizo la oficina gubernamental correspondiente y todo quedo en suposiciones y envío de muestras a laboratorios misteriosos, respuesta cero. Naturalmente, el 2014 se repite todo el numerito para la platea, con las mismas suposiciones y envío de muestras. Nadie se atrevió, se atreve o atreverá a tratar de quizás intentar hablar de la posibilidad de que las famosas exploraciones sísmicas que se hacen en el mar norteño del Perú tengan que ver con la matanza indiscriminada de delfines, peces y pelícanos de la zona (aunque las líneas sísmicas tiñan de rojo el mapa de exploraciones reportado por una petrolera en Perú: http://www.perupetro.com.pe/wps/wcm/connect/eea63c70-167c-4abf-ad67-6a2f51bd7d5f/ONO_Seismic_Lines.pdf?MOD=AJPERES) .

Como si fuera poco, hay que agregar ─con pena y rabia─ que los piuranos, dicen ellos los más norteños del norte del Perú, tienen gran afición por la carne de delfín. Entonces el asunto pinta muy feo para los delfines por estos lares del Océano Pacífico. Por una o por otra, ¡ni loco libero a Yaku y Wayra!

29 marzo 2014

La plaza tomada ...por mineros ilegales

La mal llamada minería artesanal sólo es una licencia seudo legal para que los individuos que han registrado su nombre en el Registro Nacional de Concesiones Mineras del Perú puedan contaminar a su gusto y paciencia, mientras excavan pocitos de una profundidad tan mínima como su exigua inversión en maquinaria; entusiastamente apoyados por mano de obra que cobra salario sólo cuando encuentra pepitas doradas. Más barato, imposible. Más destructivo, quizás no.

La bien llamada minería ilegal es toda la actividad criminal de extracción de oro y otros metales valiosos derramando mercurio y cianuro por donde caiga. Es ilegal porque no se puede, ni se debe, comerciar con oro que no tenga procedencia conocida y formal. La producción internacional de vino tiene denominación de origen por razones comerciales y de calidad; el comercio formal de metales preciosos es necesariamente regulado por razones de vida. Aún así, son 400 Has. de bosques las que depredamos al año por esa actividad ilegal por acción de más de 100,000 busca-tesoros a destajo en la selva y sierra del Perú.

Los mineros ilegales traídos en camión pagado por los concesionarios mineros del país (que no pasan de dos docenas) pernoctan en Plaza Dos de Mayo, otrora punto de reunión de marchas sindicales, y afirman a gritos que no saldrán hasta que el gobierno amplíe el tiempo de formalización. Amenazan con huelga de hambre, no sé a qué esperan. Desgracian más al tráfico en Lima y bloquean carreteras en el sur, no sé por qué les dejan. En concreto, amenazan y actúan con violencia pues es el único expediente con que pueden contar, después de años, décadas, de destrucción del ecosistema, de tráfico de personas, de tumbas anónimas, de enriquecimiento ilícito.

Mientras los colectivos españoles se expresan contra los recortes presupuestarios en las plazas madrileñas y Occupy Wall Street se hace escuchar en las calles newyorkinas, en el Perú un pequeño grupo de dueños-de-nada busca preservar el crimen institucionalizado de la minería ilegal, dizque artesanal. Crimen cometido por los concesionarios mineros, registrados con nombre y apellido, en abierta complicidad con funcionarios ministeriales de mano rota y ejecutivos financieros expertos en limpiar dinero sucio.

Ya va siendo hora de que el mundo entero ponga interés en este proceso de destrucción implacable e irreversible de la cuenca amazónica y la Cordillera de los Andes, dos grandes zonas naturales que son propiedad de todos los habitantes de la tierra y no de sólo un reducido grupo de ambiciosos depredadores. Ya va siendo hora que el mundo se interese en defender a los cerros andinos, los Apus, que desaparecerían llevándose sus más de 3,000 especies de papa.Ya va siendo hora de que se defienda de veras al pulmón amazónico de la tierra, que los bonos de carbono no le hacen mella alguna al mercado negro del oro. Ya va siendo hora que defendamos nuestra casa, nuestra única casa.

24 marzo 2014

Se cae de Maduro

     Venezuela es el tema diario en las Américas y no faltan razones para ello. La existencia de un gobierno hecho de arengas callejeras e ideas trasnochadas sin contacto con la realidad justifica lo que está pasando en las calles. Como muchos otros latinoamericanos, pienso y siempre pensé que el Presidente Maduro nunca debió ser presidente o que debería haber dimitido hace mucho. O, al menos, haber hecho un gobierno de concertación nacional para empezar a enderezar las cuentas nacionales del país con el subsuelo más rico de toda Suramérica. Al no haberlo hecho, la gente que vio caer sus propiedades bajo el poder estatal busca, con toda justicia, recuperar el terreno perdido. Se cae de maduro.  Sin embargo, la pregunta que nadie se ha hecho todavía es qué se hará con los pedazos cuando el aparato gubernamental estalle por los aires.
     La alternativa más plausible, e indeseable, es que Venezuela regrese a su ya legendaria bisagra política y se vuelva a repartir el poder político entre dos añejos partidos, la Democracia Cristiana (por qué no decirlo, la derecha tradicional) y la Social Democracia (tradicionalmente de derecha aunque se anuncie socialista). Dos situaciones peliagudas se presentarían como corolario, una tan inmediata como el efecto Rajoy y otra a medio fuego como el “modelo” peruano. Dios los pesque confesados.
     La primera traería a gobernantes que apretarían más aún el cinturón, creando nuevos orificios para la hebilla económica. Contando con su poder mediático, lograrían así perpetuar la brecha de ingreso venezolana a los paupérrimos niveles acostumbrados de esta parte del mundo. Lo peor de esta situación es que nadie parece recordar los gobiernos bañados de corrupción previos a Chávez. Nadie parece haber visto los fantasmas del expresidente Carlos Andrés Pérez (compadre y tutor de su par peruano Alan García), defenestrado por la Corte Suprema venezolana, o de Lusinchi y otras perlas presidenciales de la bisagra democrática venezolana que penan por el Palacio de Miraflores. No fue culpa de la democracia, pero esos especímenes de la política se encargaron que Venezuela, el país que alguna vez fuera el más floreciente de la América Latina, estuviera mordiendo el polvo mucho antes de la aventura chavista. Fui testigo presencial de esa ridícula contradicción.
     La segunda situación post Maduro sería una vorágine de partiditos, cada uno con agenda personalísima bajo el brazo, y que llevarían al poder político a los empresarios y mercantilistas de todo tamaño y procedencia legal del país. La cosa nacional venezolana iría de Guatemala a Guatepeor, con el agravante que el público común y corriente no se percataría de su caída libre al modelo peruano de vulgarización de su mundo, de educación por las patas de los caballos, de metástasis de corrupción en las instituciones gubernamentales, de renuncia al derecho de rebeldía so pena de ser declarado saboteador de la democracia.
     Que se vaya Maduro, pero que venga un presidente que rompa con la inercia política de hace más de 30 años. Que Venezuela ya no está para bolivarianismos rimbombantes ni para mercantilismos neoliberales.

05 marzo 2014

Escuela de ex-presidentes

      Le llaman megacomisión porque Tirios y Troyanos quisieron estar en ella, unos para buscarle los trapos sucios y otros para lavárselos. Le llaman megacomisión porque tiene que vérselas con un meganúmero de asuntos que van desde el rosadito sugerente hasta el colorado escandaloso, paleta del rojo a que nos tiene acostumbrados la política peruana, más si se trata del ex-presidente Alan García Pérez.
      Su primer post-gobierno lo pasó en el auto-exilio, por lo que la justicia lo calificó de reo contumaz. Para entonces eran menos los países con tratados de extradición, por lo que su abanico de alternativas incluyeron Francia y Colombia. Sumar la inactividad política obligada del gobierno no democrático de Fujimori y la necesidad de García de esperar a que sus delitos presidenciales prescriban dio como resultado las vacaciones envidiables que se empujó el ex-presidente en cuestión con dinero a todas luces ajeno. Él mismo se redujo el sueldo presidencial y el cuento de las conferencias ex-presidenciales data de las mil y una noches. Su segundo post-gobierno lo sigue pasando de lo más bien, ahora en su país.
     Escapar otra vez a la vida muelle en el extranjero no es una solución posible, por más tentadora que sea la posibilidad. Razón de fondo, los delitos por corrupción no prescriben más en el Perú. Razón de estética, el ex-presidente quiere volver a ser presidente. Y es que el ex-presidente está preparado, para los truenos legales y penales cuenta con el techo acalaminado de la Fiscalía de la Nación. Para las tormentas políticas e inhabilitadoras tiene el inmenso paraguas informativo del monstruo de la prensa políticamente correcta, la que define en un día la opinión del peruano promedio, la que obedece como mono sabio a las pocas manos que editan noticias.
     El investigado por la megacomisión se da el lujo de tener una caja de resonancia estentórea en su país y vaya que le saca provecho. ¿Cómo? magnificando ad infinitum sus tuits en las redes sociales. Que debe haber pena de muerte, que Humala abandonó a Venezuela, que la esposa de Humala quiere ser presidente, que él subiría el sueldo mínimo, que él mejoraría los precios internacionales de los minerales, que él lo haría mejor, que él, que él, que él. ¿Más de 140 caracteres? propagando su presencia y su pliego de auto-preguntas en programas políticos televisivos de larga audiencia. La interrogante que salta de todo este autobombo es si alguna vez informará ante las autoridades judiciales sobre los narcotraficantes que indultó, sobre las contabilidades de las reconstrucciones de colegios emblemáticos que empañó, sobre los dineros destinados a dar agua potable a todos los peruanos, todos, que centralizó.
     La respuesta también salta de un resorte, el ex-presidente indultó a esforzados peruanos arrepentidos, no fue su culpa que la aplastante mayoría fueran condenados por narcotráfico. El ex-presidente quiso la mejora de la educación y los servicios públicos, no fue su culpa que los miles de millones invertidos se administraran desde la presidencia de la república. El ex-presidente clama por el apoyo a los manifestantes anti- Maduro en Venezuela, no es su culpa que todo se convierta en una burda cortina de humo informativo local para matizar la hediondez de la podredumbre de sus gobiernos pasados, difícil tarea ex-presidente. Y aunque tenga muchos que le rasquen, no se pique, ex-presidente.

18 febrero 2014

La justicia prevalece ... para quien no la adolece

     Las pantallas de las principales agencias noticiosas peruanas, que representan más del 80% del mercado informativo, nuevamente coincidieron presentando la imagen de un modesto profesor de un colegio estatal, nivel de funcionario que goza de muy poca estimación en el reparto de la torta remunerativa del estado y, por ende, goza de menor aprecio de parte del prójimo pronto a la genuflexia ante el brillo del bolsillo, sin importar su procedencia, cosas del sistema enraizado en las consciencias más rudimentarias. La verdad sea dicha, hablar de un miembro de la clase docente estatal es hablar del extremo más inferior de la cadena alimenticia, el plancton del mundo educativo. Naturalmente, como en cualquier país en franco crecimiento económico, la educación es la última rueda del coche, si no la quinta o sexta.
Pues bien, el micro funcionario estatal en cuestión tuvo a su disposición cámaras y entrevistadores que, con ansia en la mirada, le permitieron propagar su desigual lucha contra una congresista de la casi bicentenaria república peruana, contra un miembro altamente evolucionado de la clase depredadora, contra una forma de vida democrática que goza de la cúspide de la cadena alimenticia y para el que un director de escuela estatal no existe ni en el condimentero de su cocina. El profesor del Colegio Nacional “Alfonso Ugarte” de Lima, Lizandro Quispe, denuncia a una congresista peruana en funciones, Cenaida Uribe, por supuesto tráfico de influencias y la plenitud de medios de comunicación limeños se declaran en estampida informativa. ¿Algo de malo en ello? Por el contrario, efusivas felicitaciones por el cumplimiento del deber. Sin embargo, es un hecho que llama la atención en un país donde las leyes se imprimen en papel higiénico y hay miles y miles de denuncias pendientes de informar. Aún con la sorpresa a boca abierta, totalmente de acuerdo en que el asunto vaya hasta las últimas consecuencias.
La historia continúa, la fiscalía procesa el caso de oficio –sí, de oficio- y el expediente de solicitud de desafuero congresal ya está en camino en tiempo récord. Tampoco nada de malo en lo diligente de la diligencia legal. Es que llama aún más la atención por tratarse de la misma fiscalía que ya es famosa por su desidia y desgana para representar al estado o a sus ciudadanos. Una fiscalía que viene tratando de limpiar de toneladas de polvo de “narcoindultos” y vigas de paja de “colegios-emblemáticos” al expresidente Alan García, antes incluso que una investigación oficial del congreso sea presentada en sus oficinas y le obligue a participar.
¡Oh contradicciones del sistema!, un profesor estatal puede mover eficientemente la maquinaria legal del país en un caso de denuncia contra una congresista, mientras que un comité congresal en pleno es enfrentado por la fiscalía de la nación con la leguleya intención de frenar investigaciones a expresidentes. La fiscalía de la nación peruana, que ahora toma una denuncia profesoral sin resquicios criticables, nunca cumplió con su obligación legal de remitir documentos requeridos por años por la autoridad judicial de los EEUU de Norte América en los procesos por narcotráfico seguidos a la familia Sánchez Paredes, por décadas presunta mafia de narcotraficantes. Los procesos gringos debieron ser archivados por falta de pruebas y el expresidente podría hacerle quite a los juicios que merece enfrentar. Me pregunto dónde encontró el profesor Quispe la oficina de mesa de partes en lo legal pues la mayoría de peruanos sólo conocemos su equivalente en lo leguleyal.

11 febrero 2014

Dispositivos indispensables

     Corría el primero de febrero y era sábado, día de descanso para algunos y de guardar resaca para otros. Para mi era día de El Comercio, por lo de la revista Somos y los artículos interesantes que, muy de vez en cuando, publican. El ejemplar del primer fin de semana vino sin novedad en el frente, papel para reciclar de inmediato. Por su lado, las páginas principales del diario seguían buscando 99 pies al ciempiés con lo del fallo de La Haya, que triángulos marinos y terrestres, que el hito y la concordia, que todo les da vueltas, todo les da vueltas. Llegué a la página A14 donde publicaron un artículo, sin firma ni auspicio, con toda la credibilidad que puede tener el decano de la prensa peruana: "Estos dispositivos son indispensables para realizar las labores escolares y universitarias en la actualidad" refiriéndose a 5 aparatejos tecnológicos que recomiendan efusivamente, fotos y modelos incluídos, con frases deliciosamente mercaderas, mismo comercial pero sin logotipo.
     Vaya. Ahora deberemos adicionar este lote de artículos "obligados" a la larga lista de libros y cuadernos que los colegios obligan a comprar a las familias, habitantes de un país con ingreso mínimo legal de US$ 268 mensuales, para enrolar a sus retoños en otro año de la educación peruana, la peor del mundo (nunca olvidaré el resultado PISA). Para los anónimos expertos del decano de la prensa, libros, cuadernos, multimedia y Google dejaron de ser suficientes. Nuestros párvulos deberán ahora recurrir, según ellos, al uso de una laptop híbrida de US$ 1,800 para encontrarle el jugo a la vida de los seres, adicionar una tablet de US$ 600 para ser testigos de la formación de las galaxias, guardar sus más logrados retrueques literarios en una memoria USB Angry Birds de US$ 18, encontrar las coordenadas de sus sueños con un económico Smartphone de US$ 690, y rolar el plano paralelo de su imaginación con la ayuda indispensable de un scanner portátil de US$ 180. Total de los cinco imprescindibles aparatitos: US$ 3,288, o sea 12 sueldos mínimos, feliz coincidencia.

31 enero 2014

Adiós al minero de pico y pala

Dios y mi bolsillo sabían que no debía haberme movido más allá de cuatro metros de mi casa, pero igual recibí al año 14 de este siglo en aires diferentes a la húmeda Lima. Fui recién consciente de mi atrevimiento, gracias a la hospitalidad de mis paisanos, cuando ya bajaba de las punas de Huamachuco y Otuzco, del techo del mundo en el norte del Perú. Arriba de los cuatro mil metros sobre el mar las cosas se ven definitivamente diferentes. El agua forma fríos charcos que se precipitan a gotas o se filtran para salir cristalinos dos mil metros más abajo con la identidad de masa de un río sediento de sal marina. Las alpacas, abrigadas por una de las fibras más apreciadas en el comercio internacional, se alimentan del ichu, una de las pocas plantas que puede resistir el inhóspito clima, tan recia que sigue techando las chozas de piedra que cobijan a los pocos humanos que se atreven a nacer en esos páramos que parten sus caras. Las envolturas de las galletas que llevo para templar al estómago se hinchan como globos de fiesta, tanto como se hincha mi cabeza embotando mi recuerdo del tráfago citadino que me espera impertérrito a la orilla del pacífico sur. La ausencia del rutinario peso de la atmósfera  me empuja hacia adentro de mi mismo y me susurra lo que realmente cuenta en mi vida de humano individual, tan leve como la gota rodando lenta hacia a un río, como el retoño de ichu creciendo hacia la panza de una alpaca, como el aire cargando oxígeno libre de progreso hacia mis manchados pulmones.
     El camino serpentea y los abismos me gritan, dentro de mi más profundo silencio, la real levedad nuestra, nuestra dependencia de un giro de timón del piloto que nos transporta por esos lares encaramados a los cerros que se tiñen más y más del gris que pinta nuestras rutinas urbanas. El camino se torna casi recto e invadido de los cañaverales domésticos inacabables del Laredo de mis ancestros orientales, de la dulzura cobijada en el calor de un valle costeño formado por las gotas de las ahora lejanísimas punas del Departamento de La Libertad. Más lejos aún del Cajabamba que dejo detrás de la puna, en el lado verde de la cordillera andina. Visité la comarca de mis recuerdos más amigables, encaminada otra vez a la búsqueda de la felicidad ahora que la minería de pico y pala -de fiebre de oro, de esclavitud sexual, de cianuro fulminante- se aleja definitivamente pues la entraña de mi tierra no alimenta más a la ambición del enriquecimiento fácil. Mi pueblo retoma el camino que nunca debió ser interrumpido por el progreso metálico, vuelve a regar los líquenes de sus tejados con lluvias de agua pura, forma otra vez ríos a partir de la levedad de sus gotas más humanas. Al menos éso es lo que vi, o deseé, en esta aventura de enero.

06 enero 2014

Absolutamente atareados

     Fin de año y el orbe en que a cada uno le ha tocado habitar está absolutamente atareado. Todos tenemos algo que hacer en estas fiestas de cada 365 veinticuatro horas, y es que hay que conmemorarlas con más o menos sal en las lágrimas emocionándonos juntos por el número uno del primer mes de la docena de turno. Consiguiendo el hoyo de transpiración donde bailar gritando la cuenta regresiva que sólo entonamos una al año como si nuestra vida no tuviera ya el cero marcado. Comprando faldas que ellas no usarán ni en casa por si un espejo las pille distraídas, o corbatas que terminarán en la bolsa que va a la iglesia con la esperanza que los más pobres que uno tengan peor gusto. Llamando a los que figuran en la nómina de contactos de nuestros celulares, escribiendo a los que aparecen en la bandeja de nombres de nuestros correos virtuales, y visitando a los que comparten algún eslabón de nuestras cadenas de ADN. Metiéndonos al tráfico repleto de gente que está buscando, corriendo y compartiendo exactamente igual que tú.
     Fin de año y los periódicos siguen publicando aunque ni los niños ni los borrachos sientan curiosidad por lo que dicen, los televisores esparcen llanto ajeno sobre los muebles cubriendo las manchas de nuestras propias penas, las redes sociales revelan ajados amigos sin que caigamos en la cuenta de nuestros propios párpados caídos. Fin de año y nuestras promesas vuelven a exclamarse con los mismos tragos abrigándonos las tripas un cachito más flojas que la última vez que anunciamos que ejercitaríamos esos músculos que ya olvidamos usar, que viajaríamos a donde esos paisajes siempre han sido más verdes, que terminaríamos ese libro de escenas casi olvidadas, que aprenderíamos a guitarrear esas canciones que la tristeza no nos deja cantar. Fin de año y, la verdad, sigo absolutamente atareado por la rutina de enero bañado del súmmum de los afanes para ti, y para mí.